Terapias de Vainilla, Fresa y Chocolate… y de Guanábana.
Hay tantas modalidades de terapia que uno podría preguntarse ¿cómo es que todas dicen funcionar?, porque todas lo aseguran y además algunas llegan más allá al decir que sólo ese tipo de terapia es válido y que las demás están equivocadas.
Además, si uno busca encontrará por lo menos a una persona que afirme que tal o cual terapia le funcionó y que la recomienda 100%. Algo similar a las dietas, basta con que se mencione que alguien está a dieta y otro dirá que sabe de una dieta buenísima con la que el/ella o un primo segundo bajó un montonal de kilos.
¿Cómo es esto posible?, ¿Cómo pueden existir tantos tipos de terapia que en algunos casos hasta se contradicen y en otros hasta son ridículas?
Todas tienen su historia, algunas mucho muy antigua, de miles de años; todas tienen “investigaciones” que la soportan y validan, algunas muy serias y otras no tanto al grado de tomar sólo una afirmación de alguna ciencia y extenderla hasta acomodarla en sus creencias, para luego tomar toda la base científica de esa ciencia y hacerla propia.
Todas tienen sus seguidores, muchas tienen fervientes seguidores, ciegos seguidores, tontos seguidores, pero todas han dado resultado algunas veces, y repito: TODAS – ALGUNAS VECES.
El éxito en una terapia depende de muchos factores, la habilidad del psicólogo (o terapeuta) creo que está en primer lugar, pero también hay otros, no siempre dependientes del control del terapeuta o del cliente. Pero hay algo que siempre debe de haber para que la terapia sea satisfactoria.
Un solo factor, una sola causa, un solo motivo, un simple hecho debe de estar presente para que la terapia funcione, y si una terapia, por más ridícula que sea, lo tiene, prácticamente tiene el éxito asegurado.
Este factor puede estar presente de tantas formas diferentes como terapias, y religiones si uno lo piensa, existen.
Por eso no todas las terapias funcionan siempre, porque depende de cada persona ser receptiva a la manera en que una terapia presenta este factor, es decir, si su forma de pensar puede entender y creer a la terapia.
Hay terapias “fáciles” de creer, otras más complejas. Las fáciles de creer normalmente son las más simples, o mejor dicho simplonas, pero no por esto se le restan méritos, al fin y al cabo, la gran mayoría de la gente es gente simplona, sin que esto sea tomado como ofensa, es una simple descripción.
Las terapias más complejas muchas veces son descartadas rápidamente por el promedio de la gente por ser precisamente complejas, y para fines prácticos esto las hace totalmente inútiles para el promedio de la gente.
Terapias complejas o simplonas son igual de válidas si cumplen con este requisito del que he hecho referencia, y es, dicho en una palabra simple (no simplona): COMPRENSIÓN.
Si se comprende al mundo, a los demás y sobre todo a uno mismo entonces la mayoría de nuestros conflictos desaparecen o dejan de ser percibidos como conflictos.
Cabe hacer una aclaración: comprensión no es lo mismo que entendimiento; va más allá de un simple saber del funcionamiento de las cosas. Es sentir que el conocimiento es tuyo, que tú lo generaste, no que te lo explicaron.
Claro que mucha de la comprensión empieza en una explicación, pero llega un momento en el que tú mismo continúas con esta explicación a ti mismo, y te re-explicas lo que antes te dijeron, y entonces haces tuyo este entendimiento y se convierte en comprensión.
Las terapias hacen esto en general, explican el funcionamiento de las personas, de ti mismo y de los demás y si la explicación que te dan es lógica para ti, no le ves huecos, tiene sentido y satisface tu curiosidad, entonces es una buena terapia y seguramente saldrás beneficiado con ella.
Por eso no siempre todas funcionan, porque para algunos una explicación, inclusive la más científicamente probada, puede sonar ridícula, mientras que las explicaciones más simplonas son las más efectivas, repito, para la mayoría de la gente.
Por eso digo nuevamente, hay que probar de muchos sabores de terapia hasta encontrar con uno que nos guste, y no es que los demás no tengan buen sabor, es simplemente que algunos les gusta la vainilla, a otros la fresa o chocolate y a otros más la guanábana.
Terapias de Vainilla, Fresa y Chocolate… y de Guanábana.