¿Qué ocurre en una Terapia de Pareja?
El pensamiento más común es que una terapia de pareja es a donde se va a discutir y el psicólogo funciona como árbitro o juez diciendo quien tiene la razón y quien está equivocado, acompañada a esta idea está la de que una mujer terapeuta le dará siempre la razón a la esposa y un hombre le seguirá la corriente al marido.
Esto no ocurre así, es más, antes de continuar debo de hacer una aclaración que ojalá fuera obvia: la terapia de pareja no siempre es con un marido y su mujer, a veces son dos hombres o dos mujeres y por supuesto, no siempre las parejas están casadas, basta con que dos almas se reconozcan y quieran entre sí lo suficiente para considerarse como una pareja seria y formal.
Y es por eso que el psicólogo, cuando va sólo un miembro de la relación a la terapia, debe de referirse al otro como “su pareja”, porque no siempre la persona lo aclara, podemos tener frente a nosotros a una mujer que asiste a la terapia diciendo tener “problemas con la pareja” y no es sino hasta más avanzada esa primera sesión cuando nos lo dice “bueno, es que no le dije, mi pareja es mujer”.
Por supuesto que serviría que lo aclararan desde un principio, porque hombres y mujeres no somos iguales, tampoco digo que un género sea mejor que otro, simplemente somos diferentes y se aplican diferentes estrategias para hombres y mujeres. Y eso que algunos piensan que en las relaciones homosexuales (incluyendo las lésbicas) uno toma el rol de hombre y el otro de mujer es falso, cuando dos hombres son pareja ambos son hombres y ninguno se considera como la mujer.
Aclarado el punto continúo.
Normalmente es un miembro de la pareja el que busca la ayuda psicológica y normalmente es la mujer, cuando es el hombre casi siempre es porque la mujer “lo obligó” a buscar ayuda poniéndoselo como condición para continuar la relación.
Los hombres “no necesitamos ayuda de nadie” y por eso es difícil que un hombre busque a un psicólogo, pero esto ya está cambiando, cada vez son más los hombres que preocupados por su relación buscan la terapia como último recurso antes de darla por perdida, y eso es bueno, porque la mayoría de los problemas de pareja tiene solución.
Y hablando de problemas de pareja, ¿cuál es el más común? Pues no tengo una respuesta sencilla, porque son muy variados y decir que en todos el factor común es la falta de comunicación creo que es simplificarlo sin sentido.
Además, en muchos casos de infidelidad en verdad tenían ambos una buena comunicación, salvo por ocultar que se hace ñaca ñaca con otra persona.
Siguiendo el hilo de esta plática, ¿quiénes son más infieles, los hombres o las mujeres? Esta respuesta sí la tengo y es bien fácil: ambos, pero los hombres son tan idiotas que más seguido los descubren.
Ya en otro lado hablo sobre la infidelidad y el futuro de la pareja, pero resumiendo: sí se puede resolver, pero es sumamente difícil y siempre quedarán grandes cicatrices, no vale la pena hacer una tarugada de esas que comúnmente se hace por patán, por puta o simplemente por IDIOTA, así con mayúsculas. Sé que se escucha fuerte, pero es necesario que esto quede bien claro: ser infiel es muy malo.
Regresando al tema, sucede a veces que va a terapia sólo un miembro de la pareja porque el otro no quiere ir argumentando que él/ella no está mal y no necesita ir a terapia, esto es muy común, pues bien, la terapia aun así se considera de pareja y se atiende el problema de la pareja y puede funcionar igual de bien que si fueran los dos, esto no es problema.
También ocurre que a la segunda o tercera sesión la pareja ya le da por ir también, le gana la curiosidad o simplemente quiere saber qué tantas cosas de él/ella se habrán dicho en terapia. Esto es bueno, porque no importa la razón por la que asiste, el asunto es que va y eso es útil.
El psicólogo normalmente tiene una sala de tres piezas, una de una plaza donde él se sienta y las otras dos son de dos y tres plazas. Cuando la pareja llega realmente molesta casi siempre sucede que se sientan en diferentes sillones, cuando no es tan grave el asunto se sientan uno junto al otro en el mismo sillón.
Bueno, ya están ambos en terapia ¿y ahora que ocurre? Pues simplemente relatan la situación que los trajo a terapia, quien tuvo la idea de ir es normalmente quien comienza y sucede algo curioso, o quizá no tanto, por más enojados que estén entre ellos, frente al psicólogo ambos se comportan muy educadamente, no se interrumpen, no levantan la voz, en otras palabras, todo lo que deberían hacer cuando discuten en casa lo hacen en la consulta, y es muy comprensible, ambos quieren hacerse ver ante el psicólogo que son amistosos y el que es el otro(a) quien es insoportable.
Todo lo que pueda ocurrir en ese sentido no importa, el psicólogo no toma partido, ni preferencia ni inclinación por ninguno. Si lo hiciera dejaría de actuar como terapeuta profesional y se convertiría en un simple metiche.
Ciertamente algo está mal, pero no es ninguno en la pareja, en todo caso es lo que crean entre los dos, la INTERACCIÓN, entre ellos que se reparten al 50%, es decir, ambos son totalmente responsables de su relación y lo que resulte de ésta.
Cuando surgen las acusaciones y la pareja ve que no hay reacción del psicólogo se dan cuenta del verdadero papel del terapeuta, no es un juez y no es un mediador, no va a resolver los problemas por ellos y no tomará ninguna decisión que sea de ellos.
Lo primero que aprende la pareja en terapia es a escucharse de verdad, ambos están muy interesados en que el psicólogo los comprenda y es ese interés el que les hace explicarse lo más claramente posible, permitiendo así que la pareja, que está ahí también, escuche y comprenda ya desde otro ángulo.
En terapia se habla y a veces se levanta la voz, pero el psicólogo debe siempre de tener control sobre hasta dónde permitir que ambos se interrumpan y se levanten la voz, es parte de la comunicación y no siempre es malo, lo que jamás se debe permitir son los insultos.
Existen muchas técnicas pero eso no lo diré aquí porque para que funcionen deben de permanecer secretas, después de todo para eso se estudia psicología, todas las profesiones tienen sus secretos.
Y hablando de secretos, créanme que no hay nada más bello que dos personas con perversiones iguales o compatibles como pareja; podrán verse raras, por decir lo menos, ante la sociedad, pero cuando dos personas enlazan su locura estando de acuerdo en lo que quieren son las personas más felices y completas del mundo.
Las personas estamos rete-locas… el chiste es encontrase otro loco(a) en el mismo nivel que uno.
¡Qué raro que hasta ahora no haya mencionado el sexo en todo eso!, ¿no creen?
Lo que pasa es que en la terapia no siempre se menciona, al contrario de lo que pueda creerse, no hace falta hablarle de sexo al terapeuta y éste no debería de preguntar a menos que esté totalmente justificado y eso es debatible. Se corre el riesgo de que lo voyerista innato de la profesión de psicólogo salga, así que si ese tema ha de discutirse es mejor que la pareja misma lo mencione.
Si el sexo es importante en el problema solito saldrá a relucir.
Ahora que, el incremento del sexo en la pareja sí es una buena señal de que la terapia está funcionando, porque cuando dos personas se aprecian y están cómodas entre ellas gustan de hacer ñiqui ñiqui… cuando es sexo nada más es ñaca ñaca y cuando es con amor es ñiqui ñiqui, eso no tiene nada que ver pero suena menos brusco así.
Aclararé otro punto en el que puede haber confusión: la terapia de pareja no siempre tiene el objetivo de reunirlos felizmente, a veces el objetivo es que la relación termine respetuosamente y con el menor daño posible.
Hay relaciones que cuando se acaban… se acaban, pero a veces no se sabe acabarlas y es trabajo de la terapia hacer lo mejor para ambos.
Así que para concluir, la terapia de pareja no es un campo de batalla ordenado, no es un juzgado, no es una competencia, si algo es, sería más bien una escuela donde se enseña a ambos miembros a aprender acerca de su pareja.
Cuando se conocieron se estudiaron mutuamente quizá sin darse cuenta, por eso funcionaron en un principio; con el tiempo las situaciones nos hacen cambiar un poco y necesitamos re-estudiarnos, aprender de nuevo cómo somos y actuar en consecuencia a ello.
Re-descubrir a nuestra pareja puede convertirse en algo muy intenso y por lo mismo muy satisfactorio.
La terapia de pareja ayuda a eso, a volver a observar a la pareja, a ver desde otro punto de vista a la relación, a cambiar lo que no funciona y volver a tomar un equilibrio en donde ambos son felices juntos.
Cuando estudiamos a nuestra pareja aprendemos a hacerla feliz y cuando nuestra pareja es feliz nosotros nos convertimos en mejor persona.
¿Quieres ser un estudiante de tu amante?