No sólo de pan vive el hombre...
Famosa frase atribuida al Maestro Jesús, que usó para responder al “tentador”, cuando habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, y hambriento, escuchó de él: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.”
En los últimos momentos de su preparación espiritual, antes de iniciar su ministerio, Jesús siente la tentación de saciar su hambre, lo que significaría abandonar el camino de Dios y entregarse a los placeres del mundo, pero, siendo él un gran conocedor de las Escrituras, responde ante la tentación con su conocimiento:
Mateo 4, 4: “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
El diablo, al ver que Jesús obedece lo que escrito está, lo vuelve a tentar usando esta vez las propias escrituras:
Mateo 4, 5-6: “5Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará cerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”
El diablo cita los Salmos, capítulo 91, versículos del 9 al 12:
“9Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, 10ningún mal te conquistará; 11Pues Él ordenará a sus ángeles que te protejan por donde vayas. 12Te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.”
Ante esta segunda tentación, leemos la reacción de Jesús en Mateo 4, 7: “7Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.”
Jesús hace referencia a Deuteronomio 6, versículo 16: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Massa.”
Lo que pasó en Massa lo descubrimos al inicio del capítulo 17 del libro de Éxodo, donde el pueblo de Israel, habiéndose liberado de Egipto, y marchando por el desierto, exigió agua a Moisés:
Éxodo 17, 3: “Pero el pueblo tuvo allí sed, y murmuró el pueblo contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?”
En el tercer y último intento de tentación, el diablo, conocedor de la naturaleza humana, se apoya en la avaricia para lograr su cometido.
Mateo 4, 8-10: “8Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 10Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás.”
Nuevamente Jesús le responde con Deuteronomio 6, versículo 13: “A Jehová tu Dios temerás, y a Él sólo servirás, y por su nombre jurarás.”
Hay algo que me llama la atención en este diálogo entre Jesus y el diablo, y que me recuerda a un cuento de Antony de Mello, el cual escribo aquí de memoria:
Le dijo la mujer a su marido “Si yo muero y te consigues a otra mujer, te visitaré por las noches y te amargaré la existencia”. Sucedió que tiempo después el hombre enviudó, y cuando al pasar del tiempo se enamoró de otra mujer, el espíritu de su esposa empezó a visitarlo por las noches para reprocharle su infidelidad.
Este hombre acudió con el Maestro para consultarlo, el Maestro le preguntó “¿qué te hace pensar que es un espíritu?”, respondió el hombre “porque sabe todo lo que yo he hecho, dicho y pensado”.
El Maestro le dio entonces una bolsa cerrada llena de granos de soja y le dijo: “Asegúrate de que nadie abra esta bolsa, y cuando el espíritu te visite hoy por la noche, pregúntale que cuántos granos hay en la bolsa”.
Por la noche, volvió el espíritu a visitarlo, el hombre le preguntó por la cantidad de granos en la bolsa, pero el espíritu simplemente huyó del lugar.
“¿Qué fue lo que pasó?” preguntó el hombre al Maestro.
El Maestro con una sonrisa le dijo “¿No te parece extraño, que tu famoso espíritu, supiera únicamente aquello que tú también sabías?”
Jesús fue tentado por el diablo usando el mismo conocimiento que Jesús tenía.
Entonces me pregunto: ¿Quién era el DIABLO?, ¿no estaría Jesús hablando consigo mismo?
Mateo 4, 4: “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
¿Qué “palabra” sale de la boca de Dios?
La respuesta está en Deuteronomio 8, 1-3: “1Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando, para que vivas, te multipliques y tomes posesión de la tierra que el Señor juró a tus antepasados. 2Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos. 3Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no solo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del Señor.”
La “palabra” que sale de la boca de Dios, son sus mandamientos, y ¿qué manda Dios, en resumidas cuentas? Mantener limpio el corazón.
Leemos en Marcos, capítulo 7, que algunos fariseos y maestros de la ley vieron a Jesús y a sus discípulos comer con las manos sucias, la Ley de Moisés lo prohibía, por lo que reclamando le preguntaron: Marcos 7, 5: “Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?”
Jesús respondió llamándolos hipócritas, ya que por seguir la “tradición de los ancianos” dejaban muchas veces de lado el mandamiento de Dios.
Marcos 7,14-23: “14Y llamando a si a toda la multitud, les dijo: Oídme todos y entended: 15Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. 16Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
17Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola.
18Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento?, ¿no entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, 19porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos.
20Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
Mateo 4, 4: “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
No sólo de PAN vivirá el hombre, sino de obedecer los mandamientos de Dios.
No sólo de PAN vivirá el hombre, sino de mantener limpio su corazón.
Necesitamos pan para vivir, satisfacer nuestras necesidades físicas, pero no sólo es vivir por vivir, la Biblia habla de vivir con alegría y con gozo.
Eclesiastés 10, 19: “Para alegrarse, el pan; para gozar, el vino; para disfrutarlo, el dinero.”
Satisfechas nuestras necesidades físicas, necesitamos también vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios, es decir, obedecer los mandamientos, que como dije antes, podemos resumir en mantener limpio nuestro corazón, porque un corazón limpio no miente, no mata, no roba.
El hombre vivirá de pan, pero para ser una vida agradable y tranquila, necesitamos también de un corazón limpio, porque de no tenerlo, como en aquel cuento, un espíritu nos visitará para amargarnos la existencia, ese espíritu es el remordimiento, es la culpa, es el Maestro Secreto también llamado “consciencia”, que no nos dejará tranquilos.
No sólo de pan, sino que viviremos también de toda palabra que sale de la boca de Dios… lo que sale de nuestra boca, es lo que nos hace impuros, porque viene del corazón; de un corazón limpio, solo bueno puede salir, de un corazón impuro, nada bueno saldrá.
Antes me pregunté “¿Quién era el DIABLO?, ¿no estaría Jesús hablando consigo mismo?”
Ahora me pregunto: ¿Quién es DIOS?, ¿no estaremos, como Jesús, hablando de nosotros mismos?