Humanos antes que animales, personas antes que ideas
Tengo como mascota a una hermosa tarántula de pelo rosado; una vez me encontré una libélula en el suelo, casi muerta pero aún se movía, la levanté delicadamente y se la di de comer a mi mascota. Publiqué en Facebook el video que le tomé a mi preciosa tarántula comiéndose a la libélula y una persona hizo el siguiente comentario: “Ojala y así te hicieran a ti y te tragara un león. Que poca”.
Hace poco “El Pana”, famoso y reconocido torero, desgraciadamente quedó parapléjico debido a una embestida, los comentarios de muchos anti-taurinos no se hicieron esperar: “¡Qué bueno, me da gusto!” y “¡Ojalá y se hubiera muerto!”.
Por último, una amiga del Facebook comentó recientemente una fotografía de su adorada perrita, una french pudle, pidiendo oraciones porque sería operada y estaba ya muy viejita… ah! Y de pasada pedía que rezaran por una tía que también estaba enferma… o sea ¡heeelloooo!
¿Cómo es que se desvirtúa tanto un buen valor como la piedad o la compasión por los animales hasta el grado de no aplicarlo también a los humanos?, ¿estarán sirviendo realmente a su propio ego convirtiéndose en los “defensores de los que no pueden defenderse”? porque ciertamente no están sirviendo a un valor.
En verdad alegrarse por la desgracia de un torero y expresar un deseo de muerte hacia él ¿lo vuelve en MEJOR persona que el mismo torero?, ¿No están dando un paso más allá de lo que tanto critican?
La compasión debe de ser para todo ser vivo, pero no hay que dejar de lado la RAZÓN y la NATURALEZA. Ir en contra de la naturaleza es ir en contra de la razón… es más, para que no quede duda alguna lo expresaré con otras palabras: estar en contra de la naturaleza es estar en contra de la voluntad de Dios.
Decía Anthony de Mello, sacerdote jesuita, que la gente llama “milagro” cuando Dios hace lo que le pedimos con fervor, en otras palabras, cuando Dios hace nuestra voluntad, y así no es, explicaba, el verdadero milagro ocurre cuando nosotros aceptamos y hacemos la voluntad de Dios.
Los seres vivos se comen unos a otros, esa es la naturaleza, esa es la voluntad de Dios.
Las cuatro fuerzas elementales de la naturaleza (la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, la gravedad y el electromagnetismo) permiten la creación de ENERGÍA en el centro de las estrellas.
Esa energía llega a nuestro planeta en forma de luz y calor, las plantas por medio de la fotosíntesis absorben esa energía, luego una vaca se hace de esa energía del sol almacenada en la planta al comerla, nosotros, siguiendo esa cadena, aprovechamos la energía del sol al comer la carne de esa vaca que previamente se nutrió con la energía de la planta que sacó del sol.
Al morir, nuestro cuerpo mantiene la energía en su materia, luego los gusanos nos comen y al morir los gusanos, su energía en forma de nutrientes es absorbida por las plantas de nuevo desde sus raíces.
Es el llamado “ciclo de la vida”. Ir en contra de eso es el verdadero pecado.
Las tarántulas comen insectos vivos, los toreros se enfrentan a la muerte cara a cara y lo que está vivo muere. Ese es el orden de las cosas.
La compasión es un buen valor, también el ahorro, pero así como el ahorro descontrolado se convierte en tacañería, la compasión no controlada se puede volver atrocidad, como cuando por la vida de una libélula se desea la muerte de un humano.
Creo que estamos todos de acuerdo en que la vida de un humano vale más, para nosotros, que la de cualquier otro ser vivo. No vale la pena morir calcinado por salvar a un gatito en una casa en llamas. Pensar diferente… es verdaderamente atroz.
Humanos antes que animales.
Sin embargo, incluso algunos que sin dudarlo hubiéramos jalado el gatillo para matar al gorila en peligro de extinción del zoológico de Cincinnati para salvar la vida del hijo de unos padres negligentes, caemos en otra atrocidad similar: no ponemos animales antes que humanos, pero sí ponemos ideas antes que personas.
Rechazamos y a veces hasta juzgamos y condenamos a aquellos que no piensan como nosotros.
El hecho de estar pensando ahora mismo que las personas que anteponen el bienestar animal al del humano son idiotas confirma que en realidad no somos tan distintos a ellos.
Un animal es un ser vivo, muy similar a nosotros mismos, una idea en cambio, ni siquiera existe en la naturaleza.
Cuando Einstein dijo que deseaba “entender la mente de Dios”, no se refería a las “ideas” como “sean buenos con el prójimo”, sino a sus verdaderos Pensamientos, como sería uno de ellos “E=mc2”. Una idea se puede entender de muchas maneras, un pensamiento que permite igualar la energía a la materia es indiscutible.
Las ideas históricamente han separado a la humanidad, el racismo es la idea de que los negros son inferiores y la religión es la idea de que ser dejado te ganará el Cielo.
“No pero es que la religión no es eso”, podría contestar alguien, muy bien, pues para cualquier cosa que se prefiera decir como definición de religión habrá otros tantos que querrán matarte por pensar así.
Incluso a los que nos gusta pensar que somos tolerantes, aún caemos en la trampa de creernos mejores que los intolerantes.
Como dijo aquel que dijo “Yo soy un hombre humilde, quizá el más humilde de todos… porque a mí a humilde NADIE ME GANA”.
Las ideas son como los culos, todos tenemos uno pero nadie quiere tener cerca el de los demás.
En cambio, los pensamientos se comparten, transcienden y no nos pertenecen, igual que los libros, que aunque los hayamos pagado, no son nuestros, son de quien quiera adoptarlos.
Humanos antes que animales, personas antes que ideas.