El Veneno más Peligroso del Mundo
No es el Gas nervioso VX, ni el ácido fluorhídrico, ni siquiera el cianuro de hidrógeno, todos esos venenos, a pesar de ser mortales, difícilmente estaremos en contacto con ellos, no son algo que representen un peligro en nuestro diario vivir.
El veneno más peligroso del mundo es uno que puede afectar a TODOS los humanos del planeta, vivan donde vivan y hagan lo que hagan como profesión, porque este veneno no es algo que se produzca en un laboratorio, tampoco se encuentra en la piel de las ranas azules colombianas; este veneno lo produce el mismo cuerpo humano y lo llevamos con nosotros a donde vayamos.
Es tan peligroso que puede nublarnos el pensamiento, entorpecernos el juicio y estropearnos el razonamiento, como consecuencia nos hace tomar las peores decisiones de nuestra vida, aquellas que lo cambian todo y para mal.
El nombre de este veneno tan peligroso es: el SEMEN. Saquen conclusiones.
Se produce en los testículos y en bajas cantidades no es dañino, pero si se acumula demasiado, tanto que ya no cabría ni en el derecho y el izquierdo juntos, entonces sube por la espina dorsal hasta el cerebro y lo envenena todo poco a poco, hasta dejarnos como zombies traga cerebros, solo que en lugar de cerebros buscamos nalgas, sin pensar en las consecuencias de nuestros actos.
La junta de consejo, el nuevo proyecto, la cotización, la presentación al cliente, la familia y hasta la honra, todo eso deja de importar y solo buscamos quien nos saque el veneno de la cabeza y nos regrese a nuestro estado normal.
De hecho es tanto el daño que nos hace, que todavía al salir nos deja por unos momentos totalmente indefensos, temblando y con frío.
Cuando una víbora nos muerde, basta con que alguien nos chupe el veneno para quedar fuera de peligro. Con el semen es igual.
Pero sí hay una diferencia fundamental, si una víbora nos mordiera en un brazo, podríamos nosotros mismo sacar el veneno y quedaríamos a salvo; eso no funciona con el semen, extraernos ese veneno nosotros solitos no es lo mismo, aunque sí baja un poco el envenenamiento aún se requiere que otra persona sea la que lo extraiga para quedar sanos y limpios… y paradójicamente también algo sucios. Si no, no.
Y lo curioso es que este veneno solo afecta a los hombres, una mujer puede bien tener contacto con el semen, ya sea de modo cutáneo u oral, y no se envenenará, ¡dicen que hasta les mejora el cutis!
Que tan poderoso serán los efectos de este veneno que existen rituales espirituales en los que se exige al participante a pasar por un periodo previo de abstinencia sexual de 40 días para preparar su mente. ¡Por supuesto que cualquiera alucinaría si se guarda por 40 días el veneno!
En cantidades razonables el semen en los testículos nos mantiene activos, nos mueve y nos motiva, porque el sexo mueve al mundo, el día en que se nos acaba perdemos el entusiasmo por vivir, sin importar la edad que tengamos.
Como en todo, hay que tener un equilibrio, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Con el tiempo se aprende a mantener este equilibrio que nos motiva a pararnos con alegría por la mañana y a dormirnos pacíficamente por la noche. “Su lechita y a dormir” dice un buen consejo.
No dejen que el semen los envenene, no lo acumulen hasta que se les vaya al cerebro y los controle, cada quien sabe cada cuánto tiempo deben de sacárselo. Organícense con su pareja, díganle que es por su bien, ninguna mujer quiere que su hombre esté pajareando en la calle distraído de sus deberes nada más porque tiene el cerebro lleno de semen.
Porque luego también es más difícil, ¿se imaginan la fuerza con la que hay que bombear o en su defecto, succionar para poder jalar el semen desde el cerebro? Explíquenle a su pareja que si se le da el mantenimiento adecuado dentro de los tiempos programados todo funciona mejor y es más barato. El cerebro evoluciona con el conocimiento, pero se vuelve primitivo al contacto con el semen.
Cuidemos nuestro cuerpo y nuestra mente, “mente sana en cuerpo sano” dicen, mantengamos sana a nuestra mente manteniendo el veneno fuera de nuestro cuerpo; afuera no hace daño, pero adentro, ¡hasta engorda! Dicen las mujeres.