El Beso
Empecemos por el principio.
Al nacer, llegamos al mundo con algunos reflejos que luego perdemos al crecer un poco.
Tenemos el reflejo de marcha automática, que es hacer movimientos como si camináramos cuando las plantas de los pies tocan una superficie dura; el de presión, que es cerrar la mano cuando un objeto toca la palma; pero aquí los que nos interesan son dos, el de búsqueda y el de succión.
El de búsqueda sucede cuando nuestra mejilla es acariciada, entonces giramos la cabeza hacia ese lado y el de succión se da cuando sentimos que algo nos toca alrededor de la boca.
Estos últimos dos reflejos tienen una importante función, y es la de facilitarnos la alimentación.
Nuestra madre toca con su pecho nuestra mejilla, entonces giramos hacia ese lado y cuando nuestra boca descubre el pezón, el reflejo de succión permite la lactancia.
Para el bebé, quien es nuevo en este mundo, solo existen dos cosas: lo agradable y lo desagradable. Eso lo percibe en la figura del frío, desagradable, y el calor, agradable, el hambre, desagradable y la saciedad, agradable, por poner algunos ejemplos que son de los primeros.
¿Qué le proporciona al bebé el agradable calor y le quita la desagradable hambre?
Pensaríamos que su madre, pero para el bebé su madre, como persona, no existe, él solo reconoce “objetos parciales”, solo reconoce el pecho materno como fuente de calor y alimento.
“Calor y alimento”, ¡qué más puede él desear!
Ese objeto parcial, ese pecho, esa fuente de bienestar, se convierte en su primer amor, el bebé lo desea, lo extraña y se regocija en él.
Hasta aquí la teoría de Freud.
Avancemos algunos años, el bebé ha perdido sus reflejos, ha cambiado la lactancia por el alimento sólido, ya reconoce a su madre como “objeto completo”, es decir, como una persona separada de él con sus propios deseos y necesidades.
Es un adulto, su objeto de amor ahora es otra persona, otra persona de la que también obtiene sensaciones agradables, físicas y psicológicas; esa otra persona, ahora objeto de su amor, no es sino una versión avanzada, compleja y madura de aquél primer objeto de amor, de aquel seno materno.
Es por eso que, invocando al primer objeto, besamos a quien amamos, es decir, hacemos una pequeña succión en su rostro, como muestra de que vemos en ella el sentimiento de amor que nos provocaba aquel seno materno.
Teniendo esto en cuenta, nos hace sentido aquellas frases de “besar los pies” o “Kiss my ass”, ya que el pie es lo más alejado del pecho y el trasero hace la función contraria de alimentar que hace el pecho, con lo que se interpreta que el que besa, ya sea los pies o el trasero, reconoce que obtiene amor del besado, cuando en realidad le están dando desprecio.
Inclusive, la antigua costumbre de besar el dorso de la mano de una dama, es algo similar, pues le decimos simbólicamente que la vemos con amor, mientras que ella nos otorga aquella parte de la mano con la que se abofetea humillantemente. Es un gesto que significa “usted es para mí solo cosas agradables, y no tiene que darme nada a cambio”.
¿Porqué besamos la última ficha que nos queda por jugar antes de apostar con ella? Pues porque estamos deseando, de alguna manera pre consciente, que esa ficha se convierta verdaderamente en aquel objeto de amor, y nos de toda la satisfacción que tuvimos del pecho materno, pero ahora en forma de dinero, que también es algo muy satisfactorio como el calor o el alimento.
Otro ejemplo que todos seguramente hemos visto en películas, es cuando alguien descubre que tiene algo que lo hará rico, como un perro veloz o un compañero tonto que resultó ser muy bueno en algo, y entonces, al descubrir sus habilidades, lo cargan y lo llenan de besos, casi podemos leer su pensamiento inconsciente: me llenarás de satisfacciones como aquel pecho, por eso te beso, porque ya me estoy saboreando lo que obtendré de ti.
El beso, en resumen, simboliza que lo besado nos resulta agradable, cálido, gratificante… todo aquello que significó para nosotros aquel pecho materno.
Besar a alguien es precisamente comunicarle que, para nosotros, esa persona es todo lo bueno que podemos desear, que nos sentimos a gusto… felices me atrevería a decir, pues nada nos falta si la tenemos.
Ahora… hay algo interesante aquí… ¿qué significa cuando lo que besamos, es otra boca besante?
Cuando damos un beso “de piquito” como se dice en mi rancho, son dos personas las que se reconocen mutuamente como fuentes de satisfacción.
Te beso pues me satisfaces, y lo que obtengo de ti en este beso, es a la vez un beso que me dice que yo te satisfago.
Te reconozco y me reconoces como fuente de satisfacción, ambos nos vemos como objetos de amor.
Creo que no hay nada más sublime, que este gesto de beso mutuo, para expresar unidad y equilibrio en una relación.
Si fuéramos más conscientes de este significado, besaríamos más seguido.