Nunca le des la mano a tu prospecto
Cuando uno llega a una cita con un cliente, es lo más normal tenderle la mano para saludarlo.
Muchos vendedores incluso creen que esto vital, creen que por dar la mano efusivamente se ganarán la simpatía del cliente, creen que obtienen la atención porque fuerzan a que los miren, o que obtienen algo por el simple contacto físico, desde mi punto de vista: se equivocan.
Las manos son la parte expuesta del cuerpo más sucia, hay más bichos en la palma de la mano que en (y perdonen la expresión) las nalgas. ¿Por qué querría alguien tocarnos las manos?, o peor aún, ¿por qué quieres tú tocarle las manos a alguien?
Tú sabes donde han estado tus manos, podrías pensar que están limpias, pero no sabes si tu cliente, antes de verte, se estaba rascando donde no le da el sol, o se estaba escarbando la nariz, o estornudó directamente en sus manos.
Esta es en sí una razón suficiente para no tenderle la mano a tu cliente; y esta es otra:
Independientemente del factor limpieza, hay mucha gente por ahí que no le gusta tocar a otros, no podemos arriesgarnos a que nuestro cliente sea de esos y lo obliguemos a algo que no quiere hacer, caeríamos de su gracia en lugar de obtener su favor.
Hay una situación en la que sí es necesario dar la mano, a pesar de haber visto a tu cliente sacarse un moco y luego “limpiarlo” distribuyéndolo por toda la palma, y esta es: cuando él te tienda la mano a ti. En esta situación estás obligado a corresponder y sonreír.
Con el saludo de mano hay tantas cosas que pueden salir mal que es mejor no forzarlo, sobre todo no saludes con tanta energía como he visto hacer a muchos vendedores, porque esto más bien provoca desconfianza por la hipocresía que muestra. Un saludo firme y corto es suficiente.
Si tu cliente no te tiende la mano, con asentir la cabeza con una ligera sonrisa basta como saludo, y hecho esto pasas a hacer tu presentación de venta.