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Cumple tus Promesas… y Amenazas

Cualquier persona puede poseer algo valioso y apreciado y que el dinero no puede comprar: su palabra.

Esta palabra, como cualquier otro bien con valor, debe de cuidarse y la manera de cuidarla es por supuesto nunca faltando a ella, cumpliendo siempre lo que se promete.

La clave para lograr esto es muy sencilla, hay que pensar bien lo que se promete, es decir, no prometer algo que no podamos realmente cumplir.

Tanto para promesas como amenazas, tu palabra da soporte, haz que sea estable.Funciona igual para las amenazas. Es igual de importante cumplir siempre con las amenazas y por lo mismo también hay que pensarlas bien. Cuando amenazamos normalmente estamos un poco molestos, esto puede impedir un pensamiento adecuado, pero hay que tomarse el tiempo y pensar tranquilamente la amenaza que haremos, porque de darse el caso debemos cumplirla al pie de la letra.

Por ejemplo, si se le promete a un hijo un premio por hacer algo bueno estamos obligados por nuestra propia palabra a darle ese premio. Y si se le amenaza con un castigo en caso de portarse mal es igual de importante que lo cumplamos.

Suele haber más faltas en el cumplimiento de la amenaza porque, como dije antes, las hacemos sin pensar mucho estando molestos: ¡si rompes eso te voy a castigar 1 mes sin ver televisión! Luego resulta que a la segunda semana (¡o segundo día!) se nos olvida el castigo y no lo cumplimos.

¿Cómo esperar que nos hagan caso si no cumplimos con la amenaza?, por el contrario, si saben que siempre cumplimos lo que decimos tendremos más control sobre ellos. Funciona igual para cualquier persona.

Para cumplir siempre con nuestra palabra la clave, nuevamente, está en prometer o amenazar cosas realizables, no exageradas y sobre todo bien pensadas. Exagerar un castigo no hace más efectiva a la amenaza si ya se sabe que no cumplimos con nuestra palabra. Es mejor amenazar con algo “más leve” pero que en realidad cumplamos. A la siguiente se lo pensarán dos veces porque, ya sabrán que cumplimos lo que decimos.

No hay mejor halago que escuchar “tú siempre cumples lo que prometes”.