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Reconocerse Aprendiz

Cuando uno se inicia como Masón, y se le otorga el título de “Aprendiz”, de verdad que no se comprende, se identifica como el nombre del grado, pero mantenemos la palabra alejada de nosotros… realmente no nos consideramos aprendices, después de todo, si alguien tuvo el interés de invitarnos fue porque nos reconoció dignos y con algo que aportar.

“Aprendiz”, pues sí, pero de nombre, pues yo ya vengo con mi útil y basto conocimiento, a mí no me van a enseñar, yo vengo a que aprendan de mí, yo vengo a aportar y tampoco hace falta que me lo agradezcan, cuando uno porta tanta luz, como aquí se dice, es responsabilidad de uno compartirla. Así de humildes entramos muchos a la logia.

Y lo peor de todo, es que quizá no nos demos cuenta de que esa es nuestra actitud, pero aquí les dejo unos puntos para tomar en cuenta:

¿Te ves a ti mismo como aprendiz?Si presentamos trabajos muy avanzados que sacamos de la Wikipedia u otras fuentes que no sea nuestra propia experiencia o investigación, quizá lo que pretendemos es vernos sabiondos, olvidando lo que somos: “aprendices”.

Si al opinar, junto con nuestra pregunta damos la respuesta, estamos sólo levantándonos para que nos vean, y no para genuinamente quitarnos una duda de encima y así aprender un poco más.

O siguiendo con lo mismo, cuando hacemos una pregunta y al ser ésta contestada respondemos nosotros con un “Exacto”, como si ya supiéramos la respuesta y sólo estuviéramos confirmando si el que llevó el trabajo es tan sabio como nosotros.

Es importante opinar, contribuir, pero recordemos lo que dijo Pablo Picasso: “Las computadoras son inútiles, sólo pueden darte respuestas”.

Una pregunta aporta infinitamente más que una respuesta, porque una respuesta para sernos útil debe salir de nosotros mismos.

Preguntaba el aprendiz al sabio maestro “¿De dónde han salido las montañas y los mares y los bosques?”, el sabio maestro le respondió preguntándole “’¿Y de dónde ha salido tu pregunta?”

El aprendiz va a aprender, y siempre yo he pensado que se aprende más cuando se enseña, pero hay que enseñar sobre lo que ya sabemos, ¿cómo podríamos darle a alguien lo que no tenemos?

Además, siendo que al enseñar aprendemos, quizá si enseñamos bien aprenderemos que lo que sabemos se queda corto, o probablemente hasta esté equivocado o también que lo que sabemos es sólo una de tantas soluciones o explicaciones efectivas a la situación en cuestión.

Cuando nos iniciamos masones, el conocimiento que traemos del mundo profano, en muchos casos, es un obstáculo, entre más pronto aprendamos que necesitamos vaciar nuestro recipiente para poder llenarlo de nuevo más pronto empezaremos a llenarlo de conocimiento realmente útil … y después, si le metemos interés al asunto, aprenderemos que nuestro recipiente puede ser llenado de nuevo con el conocimiento previo y que no desplazará al nuevo, es más, podremos tener de a dos o más sopas, y no revolver los sabores.

Si alguien piensa ahora que el conocimiento que trae del mundo profano es sumamente útil, le diré que, si es útil sólo para ti, entonces no es muy útil, cuando sea útil para los demás entonces será un conocimiento realmente útil.

El aprendiz aprende, y se aprende preguntando, se aprende también enseñando, pero enseñando teniendo siempre presente las palabras con las que termina nuestra presentación “QQ:.HH:. todos, pongo a su consideración, el siguiente trabajo de aprendiz”. En otras palabras, estamos pidiendo a nuestros hermanos que observen nuestro conocimiento y nos hagan el favor de validarlo con el suyo, confirmando o negando los datos que presentamos, pero siempre de manera masónica, es decir, que al final el trabajo y sus comentarios aporten al desarrollo, crecimiento y mejoramiento de cada uno de los presentes, o dicho con pocas palabras, que nos arroje luz.

El Compañero ha dejado de llamarse “Aprendiz”, pero si es buen compañero y pretende en el futuro ser buen maestro, deberá de siempre extrañar un poco la columna frente a él, y honrará los tiempos de aprendiz asumiendo todas las responsabilidades de la columna del norte y renunciando a sus libertades, por ejemplo, a la libertad que se le da al aprendiz de equivocarse de vez en cuando.

El Compañero ansiaba dejar de ser Aprendiz, y al llegar a la Columna del Sur y darse cuenta de que en realidad lo sigue siendo, porque se da cuenta de que sólo sabe que nada sabe, lo hace a veces desanimarse, porque la meta a la que creyó acercarse en su Aumento de Salario, resulta que está aún más lejos de lo que creía. Algunos renunciarán… pero otros trabajarán el doble, porque desean ser Compañeros de los Maestros y Compañeros de los Aprendices.

Aprendiz es el nombre del grado, y seguirás siendo aprendiz si te sientes un maestro, pero aquel hermano que se reconoce de verdad como aprendiz, ese es un verdadero Maestro.