¿Qué ocurre dentro del Templo Masónico?
Si un profano lograra espiar y oír, vería en primer lugar que se trata de una ceremonia llamativa en el mejor de los casos y extraña en el peor. Pero eso no le dirá nada.
Verá que todos vestimos mandil, si es observador se dará cuenta de que algunos usan la solapa hacia arriba. Pero eso no les dirá nada.
Verá una infinidad de imágenes, objetos y figuras. Pero eso no les dirá nada.
Se podrá dar cuenta de que existe una jerarquía, que hay una persona que dirige la reunión y que el resto siguen sus órdenes… pero nuevamente, eso no le dirá nada.
Si su interés le durara hasta la presentación de los Trabajos, probablemente los oiría, lo cual no le dirá nada, ahora que si su interés fuera mucho entonces seguramente los escucharía, eso si su teléfono celular no lo interrumpe en su escucha, pero aun así su curiosidad estaría en primer lugar, de manera que los desecharía inmediatamente después de saber grosso modo de qué tratan. Y eso no le dirá nada.
Lo cual me lleva a aventar esta pregunta, entre paréntesis, a los hermanos que vienen no a oír, sino a escuchar: ¿escuchan realmente como masones o lo hacen como profanos?
Al terminar los trabajos, nuestro profano que espía y oye verá que los presentes se levantan a hablar sobre el tema presentado, podrá pensar que algunas opiniones son relevantes y otras no tienen sentido, y por supuesto, desechará las que no le hacen sentido… y eso no le dirá nada.
Al final verá que los presentes meten la mano en un saco, depositando en él una ayuda para los pobres y también observará que después hacen un círculo tomados de las manos y repiten tres frases tres veces. Podrá quizá impresionarle o cuando menos llamarle la atención… pero… eso no le dirá nada.
La ceremonia terminará tan extrañamente como empezó y eso será todo.
No verá gente levitando, portales dimensionales abiertos, seres extraños comunicándose con los presentes, gallinas despescuezadas, sacrificios de vírgenes o personas jalándole el cuello a un ganso por cualquier extraña razón. Lo cual quizá lo haga no volver.
Eso es todo lo que un profano podría ver.
Pero cuando ese profano es iniciado, cuando entra a la masonería y cuando la masonería entra en él entonces TODO cambia.
No verá que se viste con un mandil, verá que porta una herramienta, símbolo del trabajo, la pureza y la virtud, verá que la solapa hacia arriba lo distingue en su grado y que representa la imperfección que debe procurar corregir. No verá imágenes, verá símbolos que contienen tanta enseñanza como la que esté dispuesto a aprender.
Se dará cuenta de que la jerarquía representa el orden presente en todo el universo, y que como parte de él seguimos naturalmente.
No sólo escuchará los trabajos, sino que estará totalmente presente sin distracciones como lo es el teléfono celular. Preguntará si algo no le quedó claro, se levantará a hacer un comentario si tiene una aportación y lo más importante, procurará asimilar todo cuanto llegue a sus oídos.
Dejará sus medallas en el Saco de Pobres, sabiendo que ha cumplido con su deber y se unirá a sus hermanos en una Cadena de la Unión que sentirá vibrar en todo su ser reconstituyéndolo por completo.
Los Trabajos del Taller terminarán como iniciaron, recordando la fraternidad, siendo justos y perfectos.
No veremos gente levitando, pero sí veremos a sus mentes elevarse; tampoco veremos portales dimensionales abrirse… a donde vamos en cada tenida, no necesitamos portales dimensionales; aunque sí hay seres extraños comunicándose con cada uno de nosotros: somos nosotros mismos, en un diálogo interno donde nos descubrimos y auto conocemos.
¿Qué pasaría si un profano se hiciera de nuestras liturgias, textos ceremoniales y literatura masónica?
¿Recuerdan el juego ochentero “Simón”? era aquel con forma de disco con cuatro botones grandes de colores que cubrían la parte de arriba: amarillo, verde, azul y rojo, estos botones brillaban con luz y emitían un sonido en particular.
El Simón encendía una de sus cuatro luces emitiendo el sonido de esa luz siguiendo una secuencia al azar, el jugador debía repetir dicha secuencia presionando los botones los cuales encendían y emitían su sonido al presionarlos. Si el jugador acertaba en la secuencia ésta se incrementaba en número, de manera que usando la memoria visual y auditiva era cada vez más difícil repetirla. Si se equivocaba emitía un tono grabe y el juego comenzaba de nuevo con una secuencia corta que iba de nuevo en aumento cuando el jugador la repetía acertadamente.
Bien, cuando un profano lee nuestras liturgias, textos ceremoniales, literatura masónica e inclusive nuestros trabajos, es como si tuviera en sus manos el Simón, con todo y el instructivo, de manera que puede verlo, tocarlo y leer sobre su funcionamiento, pero no podrá jugar con él, no experimentará la diversión, no lo verá encendido, no verá sus colores brillar ni sus sonidos tocar ya que las baterías no están incluidas, esas… sólo están en logia, hay que asistir para verlo funcionar.
Dentro del Templo Masónico sucede algo extraño: personalmente me disgustan los convencionalismos sociales, los protocolos, el orden a seguir, las reglas a obedecer, y sin embargo en la masonería estoy mucho muy a gusto con sus convencionalismos fraternales, sus protocolos, el orden y reglas que debemos obedecer.
No creo en fantasías espirituales, pero cuando me han preguntado “¿qué ocurre dentro del Templo Masónico?” la primera idea que aparece en mi mente es que ocurre una “realidad espiritual”, pero como no soy capaz de explicarlo mejor respondo “ocurren cosas milagrosas… y yo no creo en milagros, ocurren cosas sorprendentes… y yo no me dejo sorprender”.
Lo que ocurre dentro del Templo Masónico no se puede describir, porque si lo puedes hacer es que eso no fue lo que ocurrió.
Lo que ocurre dentro del Templo Masónico sólo puede sentirse al ser vivido… y te cambiará para siempre sin que seas capaz de explicarlo a otros, pero dentro de ti, sí podrás comprenderlo.
Mis Queridos Hermanos, los invito a asistir y a que descubran lo que ocurre no dentro del Templo, sino dentro de ustedes cuando están PRESENTES en Logia.