Los Tres Grados de Introyección en la Masonería
Todos conocemos los tres grados de la masonería azul: Aprendiz, Compañero y Maestro.
El aprendiz es el grado primero, lo ostenta toda persona que es iniciada en la Orden.
Después de asistir cierto tiempo y satisfaciendo los requerimientos de la logia, el Venerable Maestro le concede el Segundo Grado, que obtiene al término de la Ceremonia de Aumento de Salario.
Finalmente, el Compañero que ha aprendido sus obligaciones y las ha puesto en práctica, recibe el Sublime Grado de Maestro en la Ceremonia de Exaltación.
Aprendiz, Compañero y Maestro, los tres y únicos grados en la masonería azul.
Pero, ¿qué son los Tres Grados de Introyección?
Son conceptos que ya todos hemos escuchado y, en cierto sentido, ya conocemos.
Pero antes de empezar, definiremos la Introyección como un concepto psicoanalítico, en el que hacemos propias las ideas, imágenes, rasgos y en general fragmentos del mundo externo, es decir, adoptamos como parte de uno mismo algo que inicialmente no lo era.
Escuchamos en todas las iniciaciones decir al Querido Hermano Orador, al dar la bienvenida a los nuevos hermanos “Ustedes ya han entrado a la Masonería… ahora se trata de que la Masonería entre en ustedes”. Bien, eso es la Introyección.
Y el primer nivel es precisamente ese: La iniciación.
Desde que una persona ha sido aceptada para ser iniciada y durante el proceso de la Ceremonia de Iniciación se le llama “Recipiendario”, porque está siendo recibida solemnemente en la Orden.
Al terminar la Ceremonia de Iniciación, la persona ya ha sido recibida, y deja de ser “Recipiendario”, ahora es un “Iniciado”.
“Iniciado” es el primer grado de introyección. La persona se ha adentrado en los misterios de la masonería, se le ha quitado la venda de los ojos y se le muestra otra realidad… pero, aunque se le muestre, aún falta que él la vea.
En ese Primer Grado de Introyección nos damos cuenta de que existe “otro mundo”, y que vivimos en él, pero que nos enseñaron a no verlo; y quizá aún seguimos sin verlo claramente, pero cuando menos sabemos que existe y que hay gente que piensa y actúa de acuerdo a él.
El Iniciado reconoce que hay algo más, que puede ser de otra manera, que puede cambiar, mejorar… pero hasta ahí llega su introyección.
Y puede ser que ahí se quede, ¿cuántas personas hemos visto iniciarse y que luego no regresan? A esas personas, ¿les llamamos “Hermanos” ?, ciertamente no, inclusive ellos mismos se sentirían incómodos si lo hacemos. No, a aquellos que se iniciaron y que abandonaron inmediatamente, les llamamos simplemente “Iniciados”.
Pero si aquella persona que se inició continúa asistiendo, escuchando y compartiendo ideas para pulir su piedra bruta, entonces se le llamará “Neófito”, y ese es el Segundo Grado de Introyección.
Neófito es toda persona que recientemente ha ingresado a algún grupo especializado, por ejemplo, aquel que recién estudia botánica, mientras no sepa identificar el género o especie de X planta, será un neófito en botánica.
La persona que se ha iniciado y que asiste regularmente es un Neófito, aún no tiene el conocimiento suficiente, pero sí el interés de aprenderlo, lo que lo distingue de un Iniciado.
El Segundo Nivel de Introyección es cuando, una vez que reconoces que puedes ser diferente, que puedes cambiar, DECIDES hacerlo. El Neófito ve la posibilidad de mejorarse y toma ese camino y sobre la marcha va aprendiendo; quizá no sepa exactamente a dónde va a llegar, pero sabe que lo mejor para él, es mantenerse en movimiento.
La masonería está entrando en él, lo está transformando, lo está mejorando, esa persona tiene fe en sus ideales y esperanza en realizarlos… por amor a la humanidad.
Finalmente, el Tercer Grado de Introyección llega, ¡y esa persona es la última en enterarse!
Antes que él, el resto de su familia, compañeros de trabajo y amigos se han dado cuenta, todos quienes le rodean lo saben ya, no saben la razón, pero saben que él no es el mismo: “Te noto más paciente, como que te enojas menos últimamente” le dicen. Todos le reconocen un cambio, lo reconocen como mejor persona.
Entonces, se hace realidad la frase: “mis hermanos me reconocen como tal”.
Ese es el Tercer Grado de Introyección, cuando sus Hermanos lo reconocen como tal, cuando genuinamente se siente una FRATERNIDAD con él y él también llama cómodamente “Hermano” a quien está a su lado. La masonería ha entrado en él.
Iniciado, Neófito y HERMANO. Esos son los Tres Grados de Introyección que, por cierto, no se corresponden a ningún grado masónico.
Quizá les sorprenda… o quizá no, que haya Maestros Masones que no pasan en realidad de ser Iniciados… Iniciados en los tres grados, pero Iniciados solamente.
O Neófitos que tienen incluso altos grados filosóficos, que saben mucho de masonería, pero siguen siendo las mismas personas que eran cuando se iniciaron, que no han pulido ni la más simple de las asperezas de su piedra bruta.
Entramos a la masonería de manera consciente, pero la masonería entra a nosotros de forma inconsciente, de otra manera, no sería genuino.
Esa es la razón de que la masonería sea vivencial y no pueda ser comprendida leyéndola, porque al vivirla, estaremos introyectándola de manera inconsciente hasta que sean otros los que la descubran en nosotros.