Hombres ¿libres?
Los masones nos describimos como “hombres libres y de buenas costumbres”.
Sé que soy un hombre de buenas costumbres, porque hasta mis “malas costumbres” las hago de muy buena manera, pero de lo que no estoy muy seguro es de ser un hombre verdaderamente libre.
En primer lugar, ¿qué es ser un hombre libre? La respuesta más rápida y fácil es decir que un hombre libre es aquel que no está fanatizado por nada, que sus creencias son suyas y no impuestas por otros.
Si es así, pues lo soy… pero… aún tengo mis dudas.
¿Cuál es la diferencia entre mis creencias y las de un fanático religioso? El fanático podrá decir, al igual que yo, que lo que cree son SUS creencias, que no son impuestas por nadie, ya que él mismo ha “sentido” la gracia divina y por eso CREE, porque dentro de su corazón ha escuchado la voz de su salvador llamándolo por su nombre.
Podrá decir que va a misa por su propia voluntad y sin imposición alguna a escuchar la Palabra de Dios leída de un libro sin autores confirmados cuyos textos fueron seleccionados según la política del imperio romano de hace 1,700 años y justificados absurdamente aludiendo a hechos paranormales imposibles donde “obviamente” la única explicación que cabe es la intervención de Dios, y luego interpretada por un hombre que renunció al sexo (o eso dice él) y que pretende pasar por verdad fantasías infalsables para venderlas, y bien vendidas, a personas de buena voluntad, humildes y con un corazón más grande que su cerebro.
Si esa persona está convencida de lo que hace y lo hace porque es su gusto, ¿cuál es la diferencia ese fanático y alguien que, por ejemplo, está a dieta?
El que está a dieta se restringe de comer muchas cosas, se limita en las cantidades, no es libre para disfrutar la comida que le gusta.
Decía un nutriólogo “con mi método podrás comer absolutamente todo lo que te guste, siempre y cuando lo único que te guste sean las verduras”.
¿Cuál es la diferencia entre comer verduras por que se sigue una dieta a no comer carne un viernes del año disque porque es pecado?
Primero pensé que podía ser la voluntad, que uno mismo cuando sigue una dieta se limita por voluntad propia para obtener así un beneficio en el futuro, pero el creyente también deja de comer carne en un viernes de cuaresma por voluntad propia, y aunque las ventajas de estar en un peso adecuado son tantas que parecen gritarnos, quedan enmudecidas ante el beneficio del creyente que es la salvación de su alma.
La voluntad no puede ser la única diferencia, porque el mismo Jesucristo fue a la cruz voluntariamente y así lo hacen muchos creyentes.
Debe de haber algo más.
Hace 25 años, cuando estaba en la preparatoria, quedé de verme a cierta hora ahí en la escuela con un amigo, no llegó, pero al día siguiente lo vi a la hora en que quedamos como si nada, “¿por qué no viniste ayer?” le pregunté, y su respuesta se convirtió en un momento importante en mi vida, me respondió “por mamón”.
Recuerdo que me quedé un rato pensando “este güey no vino ayer porque no le dio la gana y en lugar de disculparse o justificarse me dijo la verdad libremente: no vine por mamón”.
Algunos podrán decir que no fue un acto libre sino grosero, pero la verdad yo no me ofendí, no lo tomé así, quizá la sinceridad absoluta me hizo no darle importancia.
Esa ocasión fue la primera vez que experimenté lo que yo consideré un acto libre.
Por ese mismo tiempo, durante la clase de matemáticas estaba yo dibujando un cómic sin prestar ninguna atención al frente, en un momento dado veo que una mano señala un diálogo de mi personaje, levanto la mirada siguiendo el brazo y cuando llego al rostro veo que era mi profesor quien me dice “así no se representan las coordenadas terrestres” y luego siguió caminando y dando su clase.
¿Estaba yo actuando como hombre libre haciendo lo que me daba mi regalada gana en la clase de matemáticas? No, la verdad es que no era un hombre libre, era un muchacho estúpido.
Hoy ya no puede nadie llamarme “muchacho estúpido”, ya no soy muchacho.
¿Cómo puedo diferenciar hoy lo que es ser un “hombre libre” y lo que es ser simplemente estúpido?
Recordando a aquel amigo “mamón”, creo que lo que me hizo considerarlo libre fue que su actuar no me afectó para mal, a diferencia de mi libertinaje en clase de matemáticas que me hizo reprobar esa clase y que sí tuvo consecuencias negativas.
Entonces, ¿son “actos libres” aquellos que no afectan en mal a los demás o a uno mismo? Habría que analizar también qué es “afectar en mal” y si hacemos eso pues no terminamos.
¿Qué me hace un hombre libre? Tener opciones quizá, y elegir una de ellas; no es libre quien sólo tiene un camino frente a sí; el hombre libre encuentra alternativas, puede avanzar en ese camino o retroceder… o bien quedarse en donde mismo, o como dice la canción “hacer camino al andar”.
Esto me lleva a razonar que un hombre libre debe de ser también un hombre astuto, para reconocer así opciones y elegir la mejor para él en su situación actual.
El hombre inteligente es de buenas costumbres, el hombre astuto será libre.
¿Será el reconocer mis opciones lo que me hace un hombre libre?, ¿qué pasa si reconozco perfectamente bien la mejor opción pero el miedo me impide tomarla?
Para ser un hombre libre necesito ser astuto y valiente para enfrentar el miedo y superarlo.
Entonces, si mis acciones no afectan en mal a nadie, esto a como lo comprendamos de primera mano, si tomo mis decisiones por voluntad propia de entre varias opciones y si el miedo no me detiene, ¿estaré siendo así un hombre libre?
La verdad, no tengo una respuesta, ¡ahora sí que cada quien es libre de pensar lo que quiera!
Lo que sí sé, es que para ser un verdadero hombre libre se necesita tener un amo, y aunque suene contradictorio no lo es, porque el hombre libre será aquel que se domine a sí mismo.
El hombre libre dirá “nadie actúa por mí, porque Yo Soy el que Soy”.