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El Secreto Masónico

“El Secreto es que no hay secretos.”

¿O eso es lo que queremos que se crea? ¿No es “a simple vista”, el mejor lugar para esconder algo? ¿Cuál es el secreto de la masonería?

¿Qué secretos guardan estas herramientas?¿Es un único secreto? ¿O existe más de uno?

¿Son los símbolos, los secretos a los que hago alusión?

El hecho de que no haga más que preguntas, ¿está relacionado con el secreto?

¿Es el secreto una pregunta?… ¿o lo es su respuesta?

Una vez leí “Sonríe siempre en todo momento y en todo lugar, la gente pensará que sabes algo que ellos ignoran”.

Saber algo que otros ignoran es saber un secreto, pero esa clase de secretos no nos aportan nada en lo personal, los psicólogos guardamos TODO cuanto escuchamos en la consulta como un secreto absoluto inviolable, pero eso no nos aporta sabiduría.

En cambio, el Secreto al que me estoy refiriendo sí nos aporta un desarrollo espiritual, por eso lo diferencio de los secretos comunes.

Al iniciarnos como masones, se nos confían muchos secretos, se nos confían los “Toques Misteriosos del Grado”, con los cuales nos es abierta la puerta del Templo, y se nos confía también el “Apretón de Manos o Saludo del Primer Grado”, igual que la “Palabra Sagrada del Aprendiz”, con lo que se nos permite la entrada.

Todo eso debemos protegerlo de los profanos como un secreto, pero es necesario aquí empezar a diferenciar, como en el ejemplo anterior, lo que es algo secreto y un “Secreto”.

La Palabra Sagrada es una palabra secreta, pero no es en sí misma un Secreto; de hecho, cualquiera que busque en internet la encontrará, con todo y su significado oficial.

El asunto aquí, y lo que sí es un Secreto, es lo que esa Palabra Sagrada y su manera de pronunciarla significa PARA NOSOTROS.

El conocimiento se puede y se DEBE expresar con palabras; dicen que sólo puedes estar seguro de comprender un tema cuando eres capaz de explicárselo a tu abuela.

En cambio, el conocimiento que llamamos “Luz” es distinto, ese no se puede expresar con palabras, no existen palabras para expresarlo, podemos intentarlo, pero siempre nos quedaremos cortos en la explicación. No se puede expresar la “Luz”, y eso es lo que la convierte en un Secreto.

Un Hermano puede explicarme lo que sintió al presentar ante la Logia su primer Trabajo como Aprendiz, pero jamás podrá hacer que sintamos lo mismo, además, el sentimiento que él tuvo no será el mismo para nosotros. Esa experiencia completa, a pesar de que todos podemos verla en el Hermano en Tribuna, es Secreta.

Para descubrir los Secretos necesitamos VIVIRLOS.

Dentro del Templo existen muchos Secretos dispuestos a ser descubiertos, están al alcance de todos los iniciados, están frente a sus ojos, están en todo su alrededor.

Podemos comenzar a descubrirlos simplemente observando, pero observando con lo que en psicoterapia se llama “atención flotante”, que viene siendo observar desde la nada, sin esos cristales frente a nuestros ojos que nos hacen ver todo según su color, sin ideas preconcebidas, sin dogmas, sin juicio.

Y luego, después de observar, tal como hacen los bebés, debemos probarlo todo de la misma manera que lo observamos, sin juicios, sin ideas preconcebidas.

Todo lo que descubramos con nuestra propia experiencia será un Secreto, ¿o acaso podemos hacerle comprender realmente a otra persona el sentimiento de estar parados en Tribuna presentando ante nuestros hermanos un trabajo masónico?

Todos pueden verme, pero sólo yo sabe lo que se siente, ese es mi Secreto… y el de todos quienes han estado aquí.

Un secreto común se trasmite, un Secreto con mayúscula, se vive.

El significado secreto de un símbolo, como lo es el martillo, se trasmite, pero lo que ese significado ha cambiado en mí, es un Secreto.

Cada grado masónico tiene sus secretos, y esos secretos, al vivirse, se convierten en Secretos con mayúscula.

El Secreto del Tercer Grado, del Sublime Grado de Maestro Masón, se los voy a decir de la manera más cercana que existe sin vivirlo, con un cuento:

Preguntaba el monje: «Todas estas montañas y estos ríos y la tierra y las estrellas... ¿de dónde vienen?»

Y preguntó el Maestro:

«¿Y de dónde viene tu pregunta?»