El Espejo en el Templo Masónico
Dentro de nuestro Templo podrán observar muchísimos elementos, seguramente lo que más llama la atención sean las dos columnas a la entrada y el piso ajedrezado, pero nada es sencillo, esas columnas tienen en si muchos otros elementos repletos de simbolismo.
El piso, por más simple que se aprecie, un cuadro blanco y otro negro, es más complejo de lo que parece a primera vista, puede parecernos un tablero de ajedrez, pero para que lo sea necesita de las figuras del juego y precisamente aquí estamos nosotros encima de él, de manera que nos convertimos nosotros mismos en una extensión de su significado.
Nada es tan sencillo como se ve.
Si miramos arriba veremos una bóveda celeste representada en el techo, parece ser que simplemente está pintado de azul y tiene algunas estrellas en él, eso es lo que parece, pero también podría parecernos que encima de nosotros no hay nada que nos limite y que estamos en contacto directo con el cosmos entero.
Las letras con las que escribimos a diario podrían parecernos simples líneas, pero cuando las interpretamos como palabras encontramos en ellas un lenguaje que comunica ideas.
Todo cuanto hay en el Templo es a primera vista “simples líneas”, podemos formar con ello ideas y si nos atrevemos quizá hasta aprender de ellas.
En medio del Templo vemos una mesa a la que llamamos ARA SAGRADA y todos estamos sentados alrededor de ella, ¿será acaso como la mesa que une a la familia a la hora de la comida? ¿hay comida encima de esa mesa? Ciertamente está bien presentada, luce atractiva y está frente a todos nosotros y todos nosotros alimentamos nuestro espíritu en ella durante la CADENA DE LA UNIÓN.
¿Qué más existe dentro del Templo? A donde miremos encontraremos algo sencillo, pero si observamos veremos que no lo es tanto, si nos enfocamos bien, veremos que es más bien complejo, porque no tiene un solo significado, como el círculo, que no tiene lados y podemos darle vueltas sin saber dónde empezamos… hasta que de pronto le descubrimos que tiene dos: el lado de adentro y el lado de afuera.
Todo cuanto observemos tendrá cuando menos dos lados fundamentales: el de afuera de nosotros y el de adentro de nosotros, el de la realidad externa y el de la realidad interna, el significado que nos enseñen y el significado que nosotros aprendamos.
Para observar se requiere de Luz, la Luz está aquí en el Templo y es tan brillante que si no estamos preparados puede inmovilizarnos, pero si lo estamos, puede entrar en nosotros y entonces tendremos Luz en nuestro interior y eso significará que podemos observarnos a nosotros mismos, conocernos y reconocer nuestras fallas, nuestros puntos débiles y de esta manera comenzar a trabajar en nosotros mismos, en pulir nuestra piedra bruta, en ser mejores personas.
Existen tantas cosas en nuestro Templo, ¡tantas! Que tardaremos un tiempo en conocerlas todas, pero cualquiera de ellas que observemos es un espejo que nos dice “obsérvate a ti mismo”.
Lo que vemos en el exterior, es lo que somos en el interior. Observa para observarte.