Cuándo el conocimiento es Luz
Todo tequila es mezcal, pero no todo mezcal es tequila, de la misma manera toda Luz es conocimiento, pero no todo conocimiento es Luz.
La oscuridad es ausencia de luz y simbólicamente se disipa con el conocimiento, pero no toda ausencia de oscuridad es reemplazada con Luz, a veces, la oscuridad deja de existir para darle paso al conocimiento… simple y llano… pero ese conocimiento no es necesariamente Luz.
Si yo doy un curso de Photoshop para que aprender a cambiar el fondo de una foto y corregir algunas imperfecciones en ella, quien lo tome se llevará conocimiento: sabrá cómo cambiar el fondo de una foto y corregir algunas imperfecciones en ella; definitivamente eso es conocimiento, pero seguramente que NO es Luz.
Ahora bien, si yo explico que debemos seleccionar con cuidado la imagen a recortar en esa foto y que existen muchas maneras de lograrlo, algunas más fáciles que otras pero que depende del tipo de recorte y fondo que tenemos porque no siempre es lo mismo, y que eso podremos diferenciarlo cuando juntemos algo de experiencia, y que esa experiencia comenzará cuando hayamos hecho unos 10 recortes diferentes cuando menos… si yo digo todo eso y les digo que así como es en Photoshop es en la vida, porque cuando se quiere cambiar algo hay que hacerlo con cuidado, y que existen muchas maneras de lograr una meta, algunas más fáciles que otras, pero que depende de la situación en particular porque no siempre es lo mismo, y que eso podremos diferenciarlo cuando juntemos algo de experiencia, y que esa experiencia vendrá con el tiempo y la práctica… entonces, ahí ya convertimos el conocimiento en Luz… una Luz pequeña, no muy brillante, porque el conocimiento de nuestro ejemplo tampoco es tan grande, pero Luz al fin.
Voy a mencionar un mejor ejemplo, en el libro “La Oración de la Rana”, Anthony de Mello nos cuenta:
Cuando Buda emprendió su búsqueda espiritual, se dedicó a practicar innumerables austeridades.
Un buen día acertaron a pasar dos músicos junto al árbol bajo el que estaba él sentado haciendo meditación. Y uno de ellos le decía al otro: «No tenses demasiado las cuerdas de tu cítara, o se romperán. No las dejes demasiado flojas, o no producirán música. Procura dar con el término medio.»
Aquellas palabras produjeron tal impacto en Buda que revolucionaron toda su manera de ver la espiritualidad. Estaba convencido de que habían sido pronunciadas para él, y desde aquel instante renunció a todos sus rigores y emprendió un camino fácil y liviano: el de la moderación. De hecho, su método de acceder a la iluminación se conoce con el nombre de «vía media».
Los músicos hablaban de conocimiento, Buda lo convirtió en Luz.
La ciencia definitivamente disipa la oscuridad, la elimina, la desaparece, pero curiosamente esa oscuridad no es reemplazada por Luz, sino por simple conocimiento. Y no se mal interprete, el conocimiento es útil, utilísimo, porque gracias al conocimiento de la ciencia tenemos, por ejemplo, vacunas y antibióticos que nos permiten vivir más tiempo y curar enfermedades y eso es de suma importancia.
El conocimiento de la ciencia nos permite vivir por más tiempo, pero la Iluminación nos hace eternos.
Nuestros Trabajos masónicos deben portar Luz, tanto para el que lo presenta como para el que lo escucha… pero también hay que saber escuchar, como en la anécdota de Buda, porque para aquel que tiene alma de aprendiz, todo se convierte en su maestro.
Escuchamos en la Invocación: Que la luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones.
Ahí tenemos otra diferencia entre el conocimiento y la Luz: El conocimiento ilumina nuestros cerebros y la Luz ADEMÁS purifica nuestros corazones.
Nuevamente echo mano de un cuento de Anthony de Mello para darnos luz:
Preguntó un gurú a sus discípulos si sabrían decir cuándo acababa la noche y empezaba el día.
Uno de ellos dijo: “Cuando ves a un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo”.
“No”, dijo el gurú.
“Cuando miras un árbol a distancia y puedes distinguir si es un mango o un anacardo”.
“Tampoco”, dijo el gurú.
“Está bien”, dijeron los discípulos, “dinos cuándo es”.
“Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, aún es de noche”.
Mis Hermanos: vamos a las escuelas y universidades profanas por conocimiento, y eso es muy valioso. Si asistimos a la facultad con regularidad y hacemos nuestros trabajos escolares saldremos con un reconocimiento en un diploma y, quizá, hasta con nuestro cerebro iluminado.
Si queremos ADEMÁS purificar nuestros corazones, debemos asistir con regularidad a nuestras Tenidas de logia y hacer nuestros trabajos masónicos, si lo hacemos así, nuestros Hermanos nos reconocerán como tal.
Un trabajo de logia será masónico si nos conduce, motiva o enseña a purificar nuestros corazones, en otras palabras, si nos mueve a ser hombres libres y de buenas costumbres. Si no es así, podrá ser muy valioso por su contenido en conocimiento, pero no arrojará Luz.
«Hubo una época, la era pre-científica, en que los hombres adoraban al sol. Vino después la era científica y los hombres se dieron cuenta de que el sol no era un dios; ni siquiera era una persona. Por fin, vino la era mística y Francisco de Asís llamaría 'hermano' al sol y hablaría con él».
Oscuridad, conocimiento, Luz.
Tener conocimiento es bueno… portar la Luz es mejor.