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¿Puedes construir tu felicidad sobre la infelicidad de los demás?

Dicho de esta manera y pensando rápido diría que "no hay otra forma de construir la felicidad más que sobre la infelicidad de otros"... pero luego lo pienso bien y creo que esto no puede ser así... no del todo.

Para empezar debería de definir la felicidad, pero eso sería un tema por sí mismo así que me brincaré este paso, vamos todos a asumir que comprendemos lo que es la felicidad.

"¡Soy feliz!" dice la bola de boliche...Lo que sí necesito hacer antes es separar en dos el concepto de felicidad, uno sería el común y corriente, el que buscamos alcanzar siendo alegres, teniendo todo lo que creemos necesitar; el segundo sería la felicidad que nos alcanza a nosotros cuando dejamos de necesitar y sigue siendo felicidad incluso cuando estamos tristes.

Hablaré aquí del primero, el que todos entendemos fácilmente.

A la gente de fe la siguiente pregunta no los incomoda (¡benditos sean!), pero para los que no rechazamos el mejor regalo que Dios nos dio, la capacidad de razonar, si nos deja como pen... como pensando, y la pregunta es esta: ¿puedes ser feliz en el Cielo sabiendo que tu madre, padre, hermanos o hijos están en el infierno?

"En el Cielo no existen las relaciones familiares" y bla bla bla, da igual, como ejemplo sirve.

¿Puedo ser feliz durmiendo en mi cama sabiendo que hay tantos que duermen en la calle?, ¿puedo dormir feliz sabiendo que hay quienes ya no amanecerán? Pues de hecho... lo hacemos.

Tenemos la capacidad de ignorar el sufrimiento ajeno e inclusive servirnos de él para construir nuestra felicidad... ¿es muy feo decir eso? Pues por fortuna así es.

Si para alcanzar nuestra felicidad necesitáramos que los otros fueran también felices probablemente no seríamos felices nunca.

Difícilmente podemos hacer que todos sean felices, ¡y dejemos a un lado a todos! Tomemos solamente a las 10 personas más cercanas a nosotros, ¿podemos ser felices sin que ellos lo sean? ¡pues claro! y no es egoísta de nuestra parte ser felices, lo que no se debe hacer es brincar de alegría frente a ellos.

Ser feliz es tan complejo o tan fácil como se quiera, pero eso sí, depende de uno... a menos que nos refiramos a un niño, la felicidad en los niños es fácil construirla, pero también se destruye con mucha facilidad, no depende totalmente de ellos, los adultos debemos, lo repetiré, DEBEMOS contribuir a la felicidad de cualquier niño que se cruce en nuestro camino; como es bien sabido: si un niño te da un teléfono de plástico estás obligado a contestar la llamada.

Los niños cambian el juego de la felicidad, no se puede ser feliz si un hijo no lo es y casi no importa lo que nos ocurra, si un hijo es feliz nosotros somos felices.

Sin embargo tiene truco: las vacunas definitivamente no hacen felices a los niños, pero enfermarse tampoco les traerá mucha felicidad, así que les cambiamos un momento de dolor por una promesa de salud.

Los adultos sabemos mejor que los niños; sabemos cuándo quitarles una "felicidad" o darles una "tristeza" por su bien general.

Escribiré de memoria un cuento de Anthony de Mello:

Un profesor de escuela iba por la calle con sus alumnos, el viejo sabio del pueblo que estaba descansando en la plaza los vio pasar y le preguntó "¿a dónde vas con los niños?", el profesor le respondió "los llevo a la iglesia a rezar, ya ve que hemos tenido sequía, espero que sus corazones inocentes ganen la gracia del Señor y nos mande lluvia", el viejo dijo "regrésate a la escuela y no pierdas el tiempo, Dios no le hace caso a los niños, si fuera así tú no tendrías trabajo, son nuestras oraciones las que te mantienen en tu puesto".

Por cierto, los niños descaradamente son felices por encima de la infelicidad de otros... los ladrones también.

Nuestro sistema de valores contribuirá mucho a nuestra felicidad, si somos egoístas podemos ser felices más fácilmente... igual si somos estúpidos y/o ignorantes.

Pero también ocurre que no tenemos felicidad porque nos hacemos responsables, sin serlo, de la felicidad de otros. Cuando se suelta esa responsabilidad se hace espacio para nuestra felicidad.

Un discípulo le preguntó al maestro "¿Cómo puedo alcanzar la felicidad?", el maestro respondió "Todos los días procura hacer algo bueno por alguien, no importa que ese alguien seas tú mismo", y después de pensarlo un momento el maestro agregó "... sobre todo si ese alguien eres tú mismo".

La felicidad no se contagia, de hecho, la felicidad propia está inversamente relacionada con la felicidad ajena, por eso en realidad donde se conoce a los amigos es en los momentos felices, es fácil juntarse con el jodido y sentirse bien con uno mismo, pero compartir la felicidad de otro y alegrarte genuinamente lo hace sólo un verdadero amigo.

Entonces, ¿se puede ser feliz cuando el costo es la infelicidad de otros? Definitivamente sí, el problema es que cuando uno es verdaderamente feliz quiere compartirlo... y si uno se rodea de puro infeliz amargado pues no habrá con quien hacerlo.

La felicidad en solitario se mantiene igual, la felicidad compartida se multiplica.

Por otro lado... a veces no conviene preocuparse mucho por la felicidad:

Un joven perro daba vueltas frenéticamente persiguiendo su cola, cuando otro perro le preguntó qué es lo que hacía contestó:

- Después de mucho meditar he llegado a la conclusión de que mi cola es la felicidad y por lo tanto quiero alcanzarla.

- Sabes... cuando yo era joven llegué a esa misma conclusión, pero por más que la perseguía mi cola jamás podía alcanzarla, un día dejé de preocuparme por ella, y al caminar me di cuenta que no importaba a dónde fuera, la felicidad siempre me seguía.