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Libre Albedrío

Es la capacidad de actuar según decidamos; pero para decidir sobre algo, primero debemos de tener opciones, de modo que, si no tenemos opciones, no tenemos tampoco libre albedrío. Sin embargo, la verdad es que SIEMPRE tenemos opciones para elegir.

zanahoriasUn hombre entró a un restaurante y pidió el especial del menú, el cual incluía “verduras a elegir”.

- ¿Qué verduras hay? – preguntó.

- Zanahorias – respondió el mesero.

- ¿Y qué otras? – inquirió de nuevo.

- Nada más hay zanahorias.

- Entonces, si sólo hay zanahorias, ¿entre qué puedo elegir?

- Pues entre si las quiere o no las quiere – contestó el mesero.

El hombre inteligente siempre tendrá opciones, de manera que, para ejercer el libre albedrío, se requiere usar la inteligencia.

Pero ¿basta con tener opciones para ejercer el libre albedrío?, ¿cómo sabemos que esas opciones que nuestra inteligencia nos hace reconocer, realmente las elegimos libremente?

Procuraré mantener esta reflexión lo más simple posible, esa es mi elección; pero, ¿es realmente mi elección?, ¿o es realmente porque, aunque quisiera, mi mente no me da para procesar ideas complejas?

Ese es el asunto, creemos tener control sobre nuestras decisiones; de las comunes, como decidir qué comer hoy, o de las realmente importantes, como qué carrera vamos a estudiar o con quién nos vamos a casar. Pero no es control sobre las decisiones lo que tenemos, es sólo conciencia de ellas.

Es como creer que podemos cambiar la luz de los semáforos si los vemos fijamente durante varios segundos… sí cambia la luz, pero no por nuestro control mental, obviamente.

Las decisiones las tomamos nosotros, por lo tanto, creemos que son nuestras, pero casi siempre están motivadas por impulsos inconscientes, sí, de NUESTRO inconsciente, y por lo tanto podríamos confirmar que, al surgir de NUESTRA propia mente, consciente o inconsciente, son NUESTRAS; pero, aun así, las ideas inconscientes se crearon de la experiencia tomada en el ambiente en el cual nos desarrollamos, de manera que es el ambiente quien establece nuestra inclinación inconsciente a tomar tal o cual decisión.

Creer que una decisión no está motivada por nuestro inconsciente, sólo porque fue razonada conscientemente es igualmente equivocado. A esa “explicación” que nos damos al tomar una decisión se le llama “racionalización”.

En la hipnosis podemos comprobarlo; seguramente todos hemos visto algún ejemplo como cuando a una persona en estado hipnótico se le hace la sugestión de que se levantará de su silla para ponerse de pie cada vez que alguien tosa, luego se le despierta y se conversa con esa persona, alguien del público tose y la persona inmediatamente se levanta de su silla, cuando se le pregunta qué porqué lo hizo, no sabe decir la razón o expone una explicación que pudiera ser válida, como que se cansó de estar sentada, si no fuera porque nosotros sabemos el verdadero motivo: la sugestión que se le ha hecho a su inconsciente.

En esos ejercicios de hipnosis podemos ver de manera transparente cómo se realiza una acción inconsciente y cómo, al racionalizarla, creemos que fue hecha conscientemente y por nuestra entera voluntad. La persona se levantó de la silla sabiendo lo que hacía, pero no el por qué lo hacía. Y eso es lo que ocurre con la mayoría de nuestras acciones.

Tomando esto en cuenta, podemos afirmar que NO EXISTE EL LIBRE ALBEDRÍO, ¿o sí?

La sugestión del hipnotista causó una acción cuyo motivo la persona no puede explicar con veracidad, cuando menos no ante nosotros, que conocemos la verdad de la sugestión que se le hizo, pues así mismo el ambiente en nuestra niñez marcó la elección de carrera y los rasgos de quien elegiríamos como nuestra compañera de vida, recordando los dos ejemplos antes mencionados. No explicaré aquí lo que al respecto dice el psicoanálisis, dicha información está al alcance de quien quiera tenerla, pero lo resumo así: el inconsciente nos gobierna.

¿Es libre quien bajo la influencia de la mercadotecnia consume un producto que no necesita?

La inteligencia nos hace reconocer nuestras opciones, pero nuestro inconsciente nos hace prisioneros al tomarlas. ¿Qué necesitamos para ejercer el libre albedrío?

Recapitulemos:

Tener opciones es el primer requisito, cosa que el hombre inteligente siempre tiene, ergo, la inteligencia es un requisito.

La conciencia de nuestro actuar no significa que obramos libremente, la conciencia de nuestras motivaciones ocultas sí. Entonces, ¿qué debemos de hacer? La respuesta está en el aforismo griego “Conócete a ti mismo”.

Reconocer lo que realmente queremos y porqué lo queremos. En palabras muy entendibles “no hacerle caso a la mercadotecnia”, no dejarnos influenciar por lo que se nos dice que debe de ser, pero no sólo en la publicidad, sino en todo aquello que experimentamos.

¿Por qué debemos de estudiar una carrera? Siempre se nos ha dicho que DEBEMOS estudiar una carrera, y ahí van todos como borregos a buscar una plaza en la mejor universidad que pueden permitirse sólo porque “deben”, cuando en realidad no es estrictamente necesario, ni para tener éxito económico ni para ser feliz. No digo que estudiar en una escuela esté mal, pero si estudias en una escuela porque te dijeron que eso es lo que debía de ser, no estás siendo libre. Si después de pensarlo y reflexionarlo llegas a la conclusión de que, efectivamente, estudiar en una escuela es lo mejor para ti y puedes usar tus palabras para decirlo y no repetir las de tus papás o maestros, entonces estarás decidiéndolo libremente.

Hubo una vez un concurso, organizado por una marca de jabón en barra, en el que se rifaba un flamante Cadillac, las personas debían de decir porqué compraban el producto a cambio de un boleto. Las respuestas más comunes eran: “porque huele muy bien”, “porque me gusta la forma y el color”, “porque me deja las manos muy limpias y tersas”, pero la única respuesta sincera a la pregunta “¿Por qué compra usted nuestra marca de jabón?” fue “porque me encantaría tener un Cadillac”. ¡Eso es libre albedrío!

Tener la inteligencia para reconocer las opciones es el primer requisito, el segundo es ser conscientes de nuestras motivaciones reales o, en otras palabras: conocernos a nosotros mismos y el tercer requisito, es quizá el más difícil de todos: Hacerse responsable.

Ejercer el libre albedrío requiere de responsabilidad, y ser realmente responsable muchas veces da miedo. ¿Qué dice Alcohólicos Anónimos sobre el alcoholismo? Dice que es una enfermedad. “Pobrecitos de los alcohólicos, no tienen control de lo que toman, no tienen la culpa, es una enfermedad…” ¿Es realmente así?, ¿se contagiaron de adicción al alcohol porque otro borracho les estornudó encima?, ¿que no fue porque se estuvieron mamando día y noche?, ¿empinar el codo es una decisión o no? Siempre es más fácil decir que no se tiene control a hacerse responsable.

No tiene libre albedrío quien no use su inteligencia, quien no analice sus decisiones, y quien no se haga responsable, aunque igual será culpable de los actos que cometa; libre albedrío o no, en sociedad, nuestros actos tienen consecuencias.

Por último, es difícil hablar de libre albedrío sin mencionar a la Biblia, ya que ahí dice que Dios le dio al hombre libre albedrío, y si la Biblia lo dice, todos sabemos que debe de ser verdad, así como es verdad que la Creación entera se hizo literalmente en 6 días. Enterraré pronto esa rama de pensamiento con el siguiente diálogo:

- ¿Por qué existe el mal?

- Porque Dios nos da libre albedrío, así que podemos elegir hacer el bien o el mal.

- ¿La maldad es consecuencia del Libre Albedrío?

- Así es.

- ¿En el Cielo existe la maldad?

- No.

- Entonces en el Cielo no existe el Libre Albedrío.

Listo, ya vimos que no llegaremos a nada metiendo a la Biblia en este asunto.

Concluyamos:

El libre albedrío, como todos los dones que el Gran Arquitecto del Universo nos ha dado, es una semilla, depende de nosotros cultivarla para que nos dé fruto.

Debemos emplear nuestra inteligencia, conocernos a nosotros mismos y hacernos responsables, sólo así seremos en verdad Hombres Libres.