La Suerte del Agua
Abrí la llave del agua y puse debajo una charola para hacer hielo, el agua fluyó entre los cuadros por los canales que los conectan llenando cada uno de ellos, cuando el agua estuvo a tope, cerré la llave y metí la charola al congelador.
Un par de horas después, el agua estaba sólida. Con un movimiento de torcedura a la charola, los hielos se desprendieron y formaron bloques individuales los cuales arrojé a mi vaso.
El aire en el interior del vaso se enfriaba con la presencia de los hielos y unas cuantas gotas empezaron a caer al fondo. Entonces serví agua líquida en el vaso, la cual bajó su temperatura rápidamente al contacto de los hielos.
Al pasar un momento, la mesa debajo del vaso tenía agua líquida, no había salido de su interior, sino que fue efecto de la condensación, salió de la humedad del ambiente, las moléculas de agua que flotan en el aire, al contacto con la parte exterior fría del vaso, pierden energía, y se convierten en líquido acumulándose unas con otras.
Entonces pongo una servilleta bajo el vaso, y ésta absorbe el agua de la mesa, siendo el agua ahora parte de la servilleta.
Los hielos finalmente terminan de derretirse y ya no se diferencian del agua que había vertido en el vaso.
La servilleta la tiro a la basura y con ella se va el agua, pero en pocas horas ese líquido regresa al ambiente, evaporándose en él.
Un simple vaso de agua con hielos me ha mostrado que el agua es líquida y fluye, que también puede ser sólida y al juntarse con otros hielos no se mezcla con ellos como cuando era líquida, y que el agua en el ambiente, al cambiar de temperatura, se vuelve líquida para luego, volverse gaseosa nuevamente.
Nosotros somos como el agua.
Todo aquello que somos ha estado “flotando” en el ambiente, ha sido parte del universo y en un momento dado, se organizó, como lo hizo el agua líquida en el congelador, y se formó lo que ahora somos.
Nuestro cuerpo y la mente en él, es individual, es independiente de otros, podemos juntarnos con otros, compartir alegrías y penas, amar u odiar a alguien, pero no dejamos de ser “yo” y los otros “los demás” … como los hielos, que no se mezclan en su estado sólido, a pesar de ser LO MISMO.
Aquellos que ya no están, que han sido y han dejado de ser, en realidad siguen aquí, fueron agua líquida que luego se evaporó y regresó al ambiente, no vemos el agua flotando a nuestro alrededor, pero un vaso frío nos demuestra que ahí está presente.
El hielo choca con otros hielos en el vaso, se distinguen unos de otros, pero con el tiempo, se derriten y poco a poco se mezclarán demostrando que en realidad no eran dos cosas separadas.
Puede ser que el agua sea de sandía, de limón, de fresa o sea agua de cañería… todos llevamos algo con nosotros, pero en esencia somos lo mismo, el agua de sandía no se creó con ese sabor, la planta tomó agua pura del suelo y le dio sus características, igualmente no usamos aguas negras para la cañería, usamos agua de la llave que igualmente podríamos tomar, pero le damos otro uso, y entonces la convertimos en agua sucia.
Si el agua es la misma, ¿qué hace que un poco de ella termine teniendo buen sabor mientras que otro poco sea pestilente? Es simple suerte.
Y lo mismo pasa con nosotros, el dónde y cuándo nacemos influye mucho en nuestra vida, me refiero a que, si nacemos en un lugar o época de bonanza, probablemente tendremos una mejor vida, pero también podríamos tener una mejor vida, aunque nazcamos en un lugar o época sin oportunidades, siempre y cuando, por suerte, se den las condiciones para cuando menos aprovechar una oportunidad.
Suerte solamente, aunque al final, agua de buen sabor o agua negra, terminará siendo pura de nuevo.
Si somos lo mismo que los demás, y solo nos diferenciamos en apariencia por simple y estúpida suerte, ¿por qué creernos que somos distintos, superiores, mejores?, o lo que es lo mismo, ¿por qué creernos que somos inferiores, peores?
Sí, la suerte es cuando la oportunidad y la preparación se encuentran, pero sigue siendo suerte que se presente la oportunidad al mismo tiempo que la preparación. Es suerte ser una persona preparada, es suerte ser una persona trabajadora, porque ser persona trabajadora, como ser persona oportunista, son cosas que se aprenden. Si tuviste un padre que te enseñó a trabajar, tuviste mucha suerte. Si tuviste una experiencia en tu vida que te enseñó que el mejor camino era el trabajo, tuviste suerte de tener esa experiencia.
Al igual que el agua, nacemos puros, sin ideas, sin ser de ninguna manera, y es por suerte que absorbemos un sabor, una forma de ser.
Somos lo mismo que los demás, si te crees mejor, no lo eres, solo tuviste mejor suerte.