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Fenómenos Curiosos o Regalos Divinos

El Universo tiene fenómenos muy curiosos que nos han permitido realizar estudios precisos sobre su naturaleza.

Vista al UniversoEn 1946, el químico estadounidense Willard Libby describe los mecanismos de formación del isótopo Carbono 14, lo que años más tarde, en 1949, le lleva desarrollar el método de Datación Radio carbónica por el que ganó el Premio Nobel de Química en 1960.

Un isótopo es un tipo de átomo de un mismo elemento, tienen entre sí igual número de protones y electrones, pero su número de neutrones es diferente. El Carbono tiene tres isótopos, Carbono 12, 13 y 14.

El carbono 14 se forma en la atmósfera y es absorbido por las plantas en la fotosíntesis junto con el Carbono 12 y 13 en una proporción de más del 99.999 % a 0.00000000001%, cuando un animal herbívoro come esa planta, absorbe a su vez el carbono 14, y cuando otro animal o una persona come a ese herbívoro obtiene también dicho Carbono 14.

Cuando la planta, el animal o el humano muere, deja de absorber el Carbono 14 y lo que queda en él empieza a transformarse en Carbono 12 por decaimiento radioactivo.

De manera que, si se cuentan los isótopos de Carbono 14 restantes en el material a datar y se comparan con los isótopos de Carbono 12 presentes, que es estable, no disminuye, es decir, no cambia con el tiempo, se puede saber, con cierto margen, la fecha de antigüedad de ese material, ya sea piel, huesos, cabellos o incluso papel o tela, ya que están hechos de plantas.

Saber la edad de los materiales orgánicos arroja mucha luz en el estudio de la Arqueología principalmente, dando, por ejemplo, la fecha aproximada de creación del famoso Sudario de Turin, entre 1,262 y 1,384, mil trescientos años más de cuando supuestamente se usó para cubrir a Jesucristo, eso por mencionar sólo un caso famoso, porque la verdad hay cosas más importantes que averiguar.

Otro fenómeno curioso es la radiación electromagnética, en este caso el de la Luz Visible.

En 1814, Joseph von Fraunhofer, científico e ingeniero alemán, inventa el Espectroscopio, que es en pocas palabras un prisma de Newton reforzado con rendijas y lentes telescópicas para examinar la luz descompuesta en sus colores con más detalle. Al pasar por el espectroscopio la luz del fuego, Fraunhofer observa una línea negra en el color naranja, luego cuando usa la luz del sol, descubre un total de 574 líneas negras fijas. Murió sin saber a qué se debían, pero tiempo después, en 1859, Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen descubren que esas líneas negras son causadas por los distintos elementos químicos presentes en el material que emite luz.

Este descubrimiento nos permite saber la composición química de los materiales, ya sea aquí en la Tierra o bien a millones de kilómetros de distancia, dándonos claramente cuenta de los elementos presentes en alguna estrella.

De esta manera sabemos que en nuestro Sol se encuentran TODOS los elementos químicos que también existen en nuestro planeta y que en las más antiguas estrellas sólo había hidrógeno y helio básicamente, así que analizando la cantidad de distintos elementos químicos en las estrellas podemos saber si son de primera, segunda o tercera generación, como nuestro Sol.

La velocidad de la luz es otro de esos fenómenos curiosos de nuestro Universo. Es constante en el vacío, por eso se representa con una “C” en la famosa ecuación E = mc2, pero no es infinita, tiene una velocidad aproximada de 300,000 kilómetros por segundo, o para verlo de un modo más conocido: 1,080,000,000 de kilómetros por hora.

Es verdaderamente rápida, prácticamente infinita en nuestro mundo cotidiano, sólo superada en velocidad por la diarrea, pero para las grandes distancias que existen en el Universo, es realmente lenta. La luz que emite nuestro sol tarda en llegar a la Tierra 8 minutos y 19 segundos. La comunicación por radio entre la Nasa y la misión Apollo 11 en la Luna tardaba 1.26 segundos, de manera que entre una pregunta y su respuesta había que esperar dos segundos y medio.

La estrella más cercana al Sol, Alfa Centauri, está a 40 billones de kilómetros, eso es 40 y doce ceros, y su luz tarda 4.37 años en llegar a nuestros ojos.

La distancia de una estrella se puede saber utilizando diferentes métodos astrofísicos, como, por ejemplo, analizando el brillo relativo de una súper nova del tipo 1A, ya que sabemos que su brillo es siempre el mismo, de manera que, a menos brillo aparente, mayor su distancia de nosotros.

Que la velocidad de la luz NO sea infinita es una ventaja para nosotros, porque sabiendo la distancia a la que se encuentra una estrella, podemos saber cuánto tardó su luz en llegar a nosotros, de manera que cuando vemos a Alfa Centauri, estamos viendo cómo era cuando su luz salió de ella hace 4.37 años, en otras palabras, entre más lejos la estrella, más atrás en el tiempo estamos viéndola.

Esto nos permite estudiar al Universo observándolo a como era en sus inicios, conocer su historia, sus antecedentes, saber cómo es sabiendo cómo era, y quizá también cómo será.

He mencionado sólo tres ejemplos de fenómenos curiosos que nos permiten estudiar al Universo, conocerlo, comprenderlo, pero, han existido desde que el propio Universo existe y no se “aprovechaban”, ¿qué faltaba?

Lo que faltaba, es el más extraordinario de todos los fenómenos curiosos del Universo, nuestra curiosa mente, nuestra curiosidad, pero no sólo la curiosidad, porque ésta ya estaba satisfecha de explicaciones de los fenómenos de la naturaleza con la creación de dioses y su intervención en ellos. No, además de la curiosidad y por su puesto de cierta inteligencia, hacía falta algo que todos tuvimos de niños, esa terquedad en preguntar “¿por qué?, ¿y por qué?, ¿y por qué?”. No nos quedemos con la respuesta desesperada a punto de agarrarnos a coscorrones que nos daban de niños de “porque sí, porque así son las cosas”. Ese “porque sí” mata a la ciencia, mata al conocimiento, dicho de otra manera, oscurece la Luz.

Todo cuanto existe, existe por una razón, y la razón es para que lo conozcamos y para disfrutar ese conocimiento por el conocimiento mismo, para hacer bien con él, por el bien mismo.

Cuestionen, aprendan y vuelvan a cuestionar lo aprendido.