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Chiste Didáctico: La Proyección

Este chiste lo escuché de Eugenio, un excelente comediante Español, lo voy a contar de memoria:

"Mi mujer se está quedando sorda pero no quiere venir a consultar, dice que sí escucha bien"-          Doctor -  le dice un señor al otorrinolaringólogo – necesito que me ayude, urgentemente.

-          Sí, dígame cuál es el problema – responde el médico.

-          Mi mujer doctor, que se está quedando sorda.

-          Pues tráigamela, la reviso y ya veremos qué hacer.

-          Es que ahí está el problema, doctor, que ella no quiere venir, dice que son inventos míos. Doctor, ayúdeme por favor, esta situación es muy grave, estamos ya a punto de divorcio por esto.

-          Pues… bueno, mire, haga esto: cuando llegue a su casa, háblele y vea si responde, si no responde acérquese más a ella y háblele de nuevo, si no responde se acerca más y así hasta que le responda, entonces mide la distancia y me la dice y así sabré yo el grado de sordera que tiene.

-          Doctor, es usted un genio, se lo agradezco mucho, va a salvar usted un matrimonio.

El señor llega a su casa y desde la puerta de su casa grita “¡Amparo!”, y espera, y nada… camina a la sala y grita “¡Amparo!”,  espera y no hay respuesta, camina a la cocina y la ve de espalda lavando platos, le grita nuevamente “¡Amparo!”, y no hay respuesta, entonces se pone atrás de ella, muy cerquita y le grita “¡AMPARO!”.

La mujer reacciona ante el grito tan cerca de su oído y le dice: “¡¿qué quieres, hombre?! ¡Ya te he contestado 3 veces!

La proyección es un mecanismo de defensa del Yo, sirve para poner fuera lo malo de uno, algo como decir “yo no estoy mal, los otros están mal”. Nadie quiere aceptar que tiene algo malo, y si ese “algo” nos perturba de verdad, puede pasar que nuestra mente lo saque de nosotros y se lo enjarete a alguien más, así dejaremos de estar mal nosotros y serán otros los que estén mal.

Como dice la palabra “proyectamos” alguna característica nuestra a otro, la vemos ya no en nosotros, sino en alguien más y así nos “deshacemos” de ella.

Por eso hay que tener cuidado si hablamos mal de alguien, no vaya a ser que estemos proyectando. Mejor no hay que hablar mal de nadie nunca.