Miedo Nocturno
Empezaré por aclarar que en este artículo no me refiero al miedo nocturno o terror nocturno infantil, hablaré del miedo nocturno que sufre un adulto. Y también le llamo “miedo nocturno” y no “terror nocturno” para diferenciarlo de los episodios de ansiedad que alteran físicamente a la persona, acelerando su ritmo cardiaco, provocando sudoración, etc. Aquí me refiero al simple miedo intenso que a veces un adulto siente por las noches.
Una persona, desde un adolescente hasta un anciano, puede sentir en alguna etapa de su vida estos miedos intensos por las noches sin llegar al terror, es decir, no hay gritos, no agitación física, pero sí que la hay mental, inclusive puede llegar a llorar en silencio.
El miedo que se siente normalmente es algo específico, es decir, sabemos la causa del miedo, tiene nombre y forma, no es algo desconocido. Si fuera algo desconocido no sería miedo, sería ansiedad.
Este miedo nocturno existe en nosotros también durante el día, pero es en la noche cuando lo sentimos con más fuerza, cuando nos vence y sucumbimos a sus efectos.
Es común que este miedo sea a la propia muerte, a la pérdida de un ser querido, a las dificultades económicas, a un reto o situación que sabemos que tenemos que enfrentar, etc.
El ser humano hace miles de años vivía en constante peligro, sobre todo por las noches, que es cuando él no tiene una buena visión de su entorno y no puede ver venir un ataque, ya sea de un animal o de otro ser humano.
En la oscuridad se pueden esconder muchos peligros, como animales, insectos, precipicios, pozos, etc. que no representan un riesgo mayor a la luz del día ya que podían identificarlos desde lejos y mantenerse alejados.
Este miedo a la oscuridad protegía al ser humano, porque lo ponía a la expectativa de cualquier cosa que pudiera suceder, lo mantenía atento, con sus músculos tensos para reaccionar rápidamente, a menos, claro, que estuviera protegido en una cueva o alguna fortificación y protegido con fuego a la entrada, entonces podía conciliar el sueño y dormía tranquilamente.
El ser humano no ha cambiado mucho, sigue sintiendo miedo por las noches, pero ahora el peligro toma otra forma, una de la que una cueva segura y fuego a la entrada no pueden protegernos: ahora el miedo es a la competencia económica, a mantener el trabajo, a poder pagar la escuela de los hijos, a poder darles un techo decente, a no poder lograr más, frente a estos enemigos intangibles es difícil buscar refugio.
El miedo a la muerte fue, es y será una constante del ser humano y al parecer de los animales que desarrollan una consciencia de sí mismos, como delfines y algunos simios. Este miedo lo tenemos prácticamente toda la vida, pero no siempre está presente, sin embargo, por la noche esta costumbre de sentir miedo nos hace recordarlo, éste o cualquier otro miedo que esté con nosotros.
De repente, al tratar de dormir, asaltan las ideas que provocan miedo y obsesivamente no podemos quitárnoslas de la cabeza, con la consecuencia lógica de mantenernos despiertos.
¿Qué se puede hacer para alejar estas ideas? Nada. En el momento actual en el que nos vienen, acostados en la cama y apunto de dormir no podemos hacer nada para protegernos, evitar, remediar o prevenir cualquier miedo que tengamos. La fuente del miedo existe y ahí, acostados, de noche o en la madrugada, no hay nada que podamos hacer para eliminarla. Por ejemplo, si tu miedo es a perder el trabajo, ¿qué puedes hacer a la 1 de la mañana, en pijama y desde tu cama para prevenir eso? Nada, lo mejor es dormir para al siguiente día ir frescos a trabajar y ser productivos. Si no hay nada que puedas hacer para vencer al miedo, entonces ni siquiera lo intentes. Intentar algo en vano resultará peor, porque no harás más que tratar de apagar el fuego con gasolina. Ese fuego, el miedo, se apagará solito por la mañana, tienes que confiar en eso. Déjalo por ahora, no te canses, no trates de evitarlo. Cuando mucho podrás distraerte con algo más. Ponte a leer una historieta, un libro, algo ligero y de preferencia gracioso, busca una comedia en la televisión o cualquier cosa que te atrape tu atención pero que a la vez no sea tan atractivo como para evitar que caigas dormido mientras lo ves.
No hagas nada para eliminar el miedo, no podrás, lo mejor que puedes hacer es mirar a otro lado, ignorarlo, el miedo normalmente se debilita si lo ignoramos. No trates de resolver el problema que te provoca el miedo, es inútil, mejor distráete. Mañana será otro día, mañana ese miedo no te afectará, seguirá existiendo, pero no te afectará. Créelo.
Bajo la luz del día nuestra mente está libre del ancestral miedo nocturno. La luz del sol se llevará gran parte del miedo, dejando sólo un remanente que fácilmente podrás controlar y quizá hasta vencer. Mientras, con tu mente descansada podrás buscar una solución, una alternativa, un plan B en caso de que el miedo se cumpla. Tú no serás vencido por la causa del miedo, si el miedo mismo no te paraliza podrás encontrar siempre una solución, tú sabrás salir adelante, lo único que puede detenerte es el miedo y el miedo es más fuerte por las noches, por eso durante la noche suspende la batalla, date una tregua… descansa, porque mañana vencerás.