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Cómo hacer que los empleados no lleguen tarde

En todas partes se cuecen habas, en toda oficina siempre habrá quienes tengan la mala costumbre de llegar tarde, lo cual no es que disminuya la productividad, de cualquier manera, al llegar a la oficina la mayoría de las personas primero se preparan un café, leen un poco las noticias y así “aterrizan” suavemente y se preparan para, ahora sí, empezar a trabajar.

Sin embargo, sí afecta a la moral del resto del personal que llega a temprano o cuando menos a tiempo, ya que se crea un ambiente de desigualdad e injusticia porque no les pasa nada a los que llegan tarde… vaya, tendrán algún descuento en su nómina que de cualquier manera ellos están dispuestos a pagar, porque aquí estamos hablando de esos empleados que acostumbran llegar un minuto antes de que se considere como falta, esos son los que fastidian; son puntuales para llegar tarde.

Es una idea tan loca... que puede funcionar!Existen, por supuesto, muchísimas alternativas y posibles soluciones, la solución que yo sugiero es sólo una más, pero estoy muy seguro que es una idea que no encontrarás en otros lugares, así que, si ya buscaste y probaste otras ideas, intenta con mi sugerencia, quizá por fin esta funcione.

Si en tu oficina se acostumbran hacer juntas semanales con el personal, y si no se acostumbra pues ¿qué esperas?, ahí es donde se aplicará esta solución, o bien, se puede establecer una hora específica cualquier día de la semana, digamos que los viernes a las 5 de la tarde, por poner un ejemplo.

La idea es la siguiente:
El encargado de la asistencia, es decir, la persona que lleva control de las horas de llegada del personal, hará sus cuentas y verá quién de toda la oficina, o un sector, área o departamento de ella si es que es muy numeroso el personal, fue quien llegó más veces tarde o bien acumuló más minutos de tardanza o una mezcla de ambos conceptos.

Una vez que se sepa de quién se trata se le hará el aviso a la oficina de que al acabar la junta o bien en el día y hora establecido se reunirán todos para que esta persona quien haya ganado la distinción de ser el o la que más retrasos tuvo se pare frente a todos y les cuente un chiste.

Es así de simple.

El mayor miedo más común entre todas las personas es la de hablar en público y se intensifica más si se debe de contar un chiste.

Este temor pesa más que un descuento en nómina o una llamada de atención, porque, aunque todos en la oficina se lleven bien y en la convivencia de la comida hagan bromas y rían, es muy diferente a que todos estén sentados y uno esté parado frente a ellos con la consigna de contar un chiste y que haga reír.

Esta es mi sugerencia, una más entre tantas que pueden dar resultado, y por si en una semana resulta que eres el que más retrasos juntó, aquí te va un chiste:

- Maestra, ¿cómo se escribe “celular”?
- Pues, así como se oye.
- Pero, ¿y si lo tengo en vibrador?