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Recorrido por la Institución Psiquiátrica

Haciendo mi recorrido por la Institución Psiquiátrica, entré en una habitación y observé a los enfermeros jugando poker, arriba de ellos, colgando del techo está un interno “¿qué hace ese hombre ahí en el techo?” -pregunté– “déjelo, está bien loco, ¡se cree foco!”-me contestó un enfermero– “bueno, sí, pero es peligroso, ¿porqué no lo bajan?” -les dije-“¡nombre!” -dice otro enfermero- “¡¿y luego cómo nos alumbramos?!”

Hay locos que se comportan como cuerdos, y cuerdos que se comportan como locos, ¿cómo diferenciarlos? pues un sello en la mano debería de funcionar.Bueno... no puedo esperar que no se contagie la locura de este ambiente.

Más tarde observé a otro interno subirse a un poste de luz del patio y vi que dejaba un letrero en la punta. Envié a un enfermero a traerme el letrero y cuando lo vi éste decía “¡Cuidado! Aquí termina el poste”.

Pienso que es bueno que los internos tengan una conciencia de grupo y se preocupen unos por los otros. Creo que eso ayuda a que estén conectados con la realidad... pero... por otra parte también se enganchan unos a otros en sus fantasías.

Me informaron de las mejorías de unos internos, parece que sus procesos cognitivos se estaban normalizando, así que decidí verlos personalmente.

Después de hablar un rato con ellos pensé que en verdad habían mejorado, quizá al grado de estar “curado”. Por último se me ocurrió una tontería, les pregunté cuánto era 7 por 5, “¡1,000!” – respondió el primero – “¡jueves!“ – respondió el segundo – “treinta y cinco” -me respondió el tercero – “¡muy bien!” – le dije – “¿cómo lo obtuviste?”, “fácil, dividí 1,000 entre jueves y me dio treinta y cinco”.

Ya era mucho pedir, pero la esperanza de ver a alguien curado nos hace equivocarnos, estos pobres infelices quizás nunca salgan de aquí.

Pasé por otra habitación y escuché un comentario, un interno le decía a otro “¡todo el mundo me odia tan sólo porque soy paranoico!”.

Pobre tipo, pero qué remedio, si estuviera afuera quizás le haría daño a alguien y no podemos permitir eso, digo, para eso estamos aquí, para guardar a todos los errores de la sociedad.

Recuerdo uno de mis primeros diagnósticos, le dije al paciente “bueno, pues usted está loco”, “me gustaría escuchar una segunda opinión” –me dijo- “está bien” –le contesté- también es usted muy feo”.

¡Ah, qué tiempos!, pero ahora todo es tan monótono, sólo nos dedicamos a cuidar a los locos, a mantenerlos alejados del mundo. Pensándolo bien, el servicio que damos no es para los locos, es para los cuerdos. Mantenemos a la gente “normal” a salvo de estar cerca de la locura, de estar cerca de un espejo que refleja lo malo que todos en cierto modo tenemos.

La sociedad pide que mantengamos a los locos lejos de ella, pero no le importa cómo lo hagamos, no les importa si drogamos, golpeamos, electrocutamos o matamos la mente de los locos, con tal de que ellos se mantengan lo más tranquilos posible y no muestren los signos de locura que tanto le asustan a la sociedad.

Sin embargo, ¿qué más se puede hacer con los locos?

No podemos matarlos y el trato que se les da también tiene que acabar.

Creo que tenemos dos grandes opciones: quitarles la locura o aceptarlos así.

Hasta la fecha no existe un tratamiento que logre quitarle lo loco a alguien, me refiero a alguien realmente loco.

Podríamos investigar y encontrar un método efectivo, o podríamos prevenir esta locura.

Tal vez con programas de prevención de la enfermedad mental se pueda disminuir la gran cantidad de locos que hay en este mundo. Sin embargo, es muy, muy, muy, muy difícil implementar estos programas y hacer que funcionen.

En cuanto a investigar para encontrar un método efectivo que cure la locura, pues creo que eso es mejor y además es mucho más factible que, una vez encontrado el método, éste se use en todas partes. La gente preferiría pagar por una terapia para recuperar a su loquito que pagar por tenerlo internado y tener siempre la sombra de tener a un loco encerrado que se quiere olvidar.

Claro que encontrar ese método es también muy difícil, pero el espíritu ambicioso del hombre lo hará encontrarlo.

La segunda opción, creo que es la única en tanto no se tenga este método que “desloquize” a la gente.

Si alguien está loco debemos aceptarlo así como está, ese alguien no tuvo otra opción, él no eligió estar loco o tener cierta enfermedad mental.

Si ya está loco, lo más humano que se puede hacer es encerrarlo, que es lo que ya se hace, pero no se trata de eso, a veces (por no decir casi siempre) lo humano es lo cruel.

Pero si queremos ganarnos el cielo debemos hacer lo divino, aceptarlo así, escucharlo y tratar de comprenderlo. Si nos damos el tiempo de comprender a nuestra mascota –desde hace tiempo comprendí que cuando mi perra hace como un corto tosido es un gesto de petición, para que le abra la puerta o le dé de comer o beber- creo que nos podemos tomar el tiempo de comprender a un loco. Todos sabemos que el simple hecho de escuchar a alguien es de gran ayuda, ¿porqué no aplicar esta constante a los locos?

Total, los familiares igual nos pagarían por ello, si es que se trata de dinero, si se trata de falta de fe en que realmente se pueda ayudar a los locos, pues entonces estamos fritos.

Mucha gente dijo que el hombre no podría llegar a volar, otros dijeron que la computadora no tenía futuro como producto de mercado, porque ¿para qué demonios se necesitaría una computadora en la casa?

Hubo personas que se arriesgaron al emprender investigaciones que probablemente no los llevarían a ninguna parte y que sólo serían una pérdida de tiempo y dinero, y qué ironía, muchas veces no se encontró lo que se estaba buscando, pero se encontró algo mucho mejor.

Pavlov investigaba la fisiología de la digestión y encontró el “acto reflejo” y el “condicionamiento”, conceptos muy importantes en la psicología.

Como dice Isaac Asimov, los más grandes descubrimientos no iniciaron con la exclamación “¡Eureka, lo encontré!”, se hicieron con la exclamación “Mmm, qué raro, esto no debería ser así”.

Con todo esto lo que pretendo decir es que no importa qué fregados se investigue, tal vez se llegue a la meta, o tal vez se salga del camino y se encuentre algo muy valioso, pero nunca será una pérdida de tiempo. Tomás Alba Edison hizo (no recuerdo la cantidad exacta, pero por poner un ejemplo y sin exagerar) 578 intentos antes de encontrar la solución para mantener a la bombilla (el foco) encendida por mucho tiempo y con mucha intensidad, cuando le preguntaron si se sentía mal por haber fracasado en esos 578 intentos él respondió que no “no fracasé en esos 578 intentos, al contrario, descubrí 578 maneras de no hacer un foco”.

El método para desloquizar a las personas podría ser encontrado por alguien más, no necesariamente un psiquiatra o un psicólogo; recordemos que fue un empleado de la oficina de patentes el que propuso la Teoría de la Relatividad, así es, Albert Einstein era un empleado de la oficina de patentes y desde ahí propuso la teoría, así que ¿quién sabe? la respuesta puede venir de cualquier parte.

Bien, además de escucharlos, debemos tratarlos como nosotros aguantemos que nos traten. No digo que se les sirva el desayuno en la cama, por eso no dije “tratarlos como nos gustaría que nos traten”, dije “como aguantemos que nos traten”. ¿Aguantamos tener que levantarnos a cierta hora para hacer un poco de ejercicio y después desayunar?, sí, bueno hagámosles eso. Después de desayunar ¿aguantaríamos que nos pusieran a hacer algo de trabajo, lo que sea que podamos hacer?, sí, y después de trabajar un poco, ¿aguantaríamos que tuviéramos un poco de convivencia o de recreo?, sí, ¿y que después de eso tuviéramos una sesión de plática con el psiquiatra?, sí, bueno, hagamos todo esto, por otro lado, ¿aguantaríamos que cuando nos molestáramos o no hiciéramos lo que se espera de nosotros, nos den un chocolatito (choque eléctrico)?, no.

Ahora, esto es con los locos “normales”, con los locos violentos es otro cuento. A ellos estoy de acuerdo que se les debe medicar antes que nada. Después se puede intentar un acercamiento como si fuera un loco “normal” (claro que se dice fácil).

Debemos tener siempre presente que nosotros también estaríamos locos si hubiéramos pasado por lo que ellos pasaron.

Como dijo una persona cuando, en un concierto, su vecino de asiento le dijo “qué bien canta el artista, ¿verdad?”, “bueno” –le respondió- “yo también cantaría así si tuviera su voz”.

La sociedad no tiene porqué enterarse de lo que se hace en las Instituciones Psiquiátricas, así que no van a molestarse por el hecho de que hagamos un intento por exorcizar la locura de estos infelices.

¿Le gustaría a usted morirse por una simple varisela? Obviamente que no, pero eso es lo que le pasaba a la gente, claro que no era varisela, era viruela; la varisela es la misma viruela pero después de haber sido debilitada por la vacuna. ¿Qué tal que no se hubiera descubierto esta vacuna?, ¿estaría usted hoy aquí, leyendo esto?. Y así como usted se responde a esto y se maravilla por estar vivo, también otros podrían estar aquí hoy, maravillándose por contar con su grata compañía y de no estar loco.

¡Yo tuve varisela y ahora no, estoy aquí gozando de la vida!

¡Yo estuve loco y ahora no, estoy aquí gozando de la vida!

Estos dos gritos de alegría son hermosos, lástima que el segundo sea inventado, y que en realidad nadie lo haya dicho.

En fin... seguiré con mi recorrido, tengo que ir a ver al loco que se cree radio, ojalá y no se la haya ido la onda otra vez; y espero que no me tope con el que dice que es el hombre invisible ¡no lo puedo ver!; y el que se cree perro, que el otro día me mordió y me tuve que vacunar contra la rabia; y al otro que se cree refrigerador, que todos se quejan porque duerme con la boca abierta y no deja dormir a nadie con la luz; o al que dice que va a comprar el Cerro de la Silla y el otro que le dice que no se lo vende; y a mi favorito, el que se pone a leer tarugadas como esta, escritas por otro loco sonso.