Orientación Vocacional
Opresión
El Maestro siempre permitía que cada cual creciera a su propio ritmo. Que se sepa, nunca pretendió “presionar” a nadie. Y él mismo lo explicaba con la siguiente parábola:
“Una vez, al observar un hombre cómo una mariposa luchaba por salir de su capullo, con demasiada lentitud para su gusto, trató de ayudarla soplando delicadamente. Y en efecto, el calor de su aliento sirvió para acelerar el proceso. Pero lo que salió del capullo no fue una mariposa, sino una criatura con las alas destrozadas”
“Cuando se trata de crecer”, concluyó el Maestro, “no se puede acelerar el proceso, porque lo único que puede conseguirse es abortarlo”.
Anthony de Mello, S.J. “¿Quién puede hacer que amanezca?” pag. 201 Cada uno de nosotros, los humanos, al igual que los demás animales de este planeta, tiene su propio ritmo de crecimiento. Nosotros, debido a la manera en que está organizado este mundo, debemos de tomar una decisión muy importante que marcará nuestras vidas, tal vez no para siempre, pero de seguro para un muy buen rato: ¡debemos decidir qué fregada carrera vamos a estudiar!
Para muchos no es nada difícil, para mí, a los 8 años era una decisión que ya estaba tomada: Yo iba a ser astronauta. Claro que luego observé por televisión cómo explotó el Challenger y entonces me vi confundido, ya no quería ser astronauta, ¿qué iba a ser entonces cuando estuviera grande?.
Algo muy común es voltear hacia arriba y ver qué hace nuestro padre, y bueno, mi ‘apá es economista, pero como yo no entendía (y creo que aún no lo entiendo) qué es la economía, pues mejor decidí estudiar lo que él hacía, Administración de Empresas. Luego, con el tiempo, ya tenía yo unos 12 años y me di cuenta de que existía la carrera de Mercadotecnia, “¡eso sí que está bueno!”, pensé, a mí me gusta mucho observar y analizar comerciales y productos, entonces ya está, estudiaría Mercadotecnia.
A los 13 años yo ya tenía decidido que era Mercadotecnia lo que quería estudiar, creo que la mayoría de las personas más o menos a esa edad ya saben qué quieren estudiar y si no lo saben pues no hay que preocuparnos, no tienen porqué saberlo, tienen todavía varios años para conocer más y decidir mejor.
En este trabajo expondré una idea muy sencilla: ¿por qué es tan importante la Orientación Vocacional? (si en realidad no hace falta).
Este trabajo es puramente teórico, me gustaría algún día dedicarle tiempo y comprobarlo en la práctica, pero por el momento la vamos a dejar de ese tamaño y vamos a tratar de rebatir, aquí mismo en la teoría, la idea que expongo.
Como dije antes, la mayoría de las personas saben qué quieren estudiar alrededor de los 13 ó 15 años. Estas personas no nos significan ningún problema, aquí hablaré sobre los supuestos “confundidos” que no saben qué quieren estudiar.
Voy a dividir las diferentes formas en que uno puede llegar a solicitar el servicio de Orientación Vocacional.
• Sé qué quiero estudiar pero no puedo costearme la carrera
• Sé qué quiero estudiar pero mi familia me presiona para que estudie otra cosa
• No sé qué estudiar, de hecho, no sé si quiero estudiar algo
• Tengo 18 años y no sé qué estudiar
• Tengo 17 años y no sé qué estudiar
Creo que estos son TODOS los casos que pueden presentarse... creo.
Le recuerdo al lector que la idea principal de este trabajo es que TODOS sabemos qué queremos estudiar, y por lo tanto no hace falta la orientación vocacional para ayudarnos a decidir.
Bueno, empezaré a describir cada caso y explicaré porqué es importante pero innecesaria la orientación vocacional.
El primero
“Sé qué quiero estudiar pero no puedo costearme la carrera”
En este caso el muchacho o muchacha SABE qué quiere estudiar. Entonces, si ya lo sabe ¿para qué acudir a una Orientación Vocacional?
Vemos que en realidad no necesita que lo ayuden a encontrar la carrera que lo hará feliz, lo que necesita es que lo ayuden a encontrar la carrera que lo hará menos infeliz. Ya que no puede entrar a la carrera que quiere por falta de dinero, pues el orientador lo que hará será asesorarlo para que consiga una beca o de a tiro que se busque otra carrera, una en que no se sienta incómodo, y aquí ya se modifica el principal propósito de la O.V., ahora no se trata de ver qué le gusta y en qué es bueno, sino en ver qué no le disgusta y que también pueda hacerla.
En este caso, es innecesaria la Orientación Vocacional, y el orientador lo que hará será guiarlo, en caso de que la persona esté muy perdida y necesite que le digan
exactamente qué hacer, porque en realidad no es tan difícil darse cuenta, tiene que ir a diferentes universidades y preguntar por los sistemas de becas.
El segundo
“Sé qué quiero estudiar pero mi familia me presiona para que estudie otra cosa”
Nuevamente, la persona SABE qué quiere estudiar pero en este caso está dudando si darle gusto a su familia o ser egoísta y feliz.
Y nuevamente lanzo la pregunta: si ya sabe lo que quiere ¿para qué acudir a una Orientación Vocacional?
Pues necesita ir para que le den seguridad y se inscriba en lo que le gusta y mande a su familia al averno. Claro que tal vez sea necesario que el orientador hable con la familia para explicarle lo importante que es que el chavo o chava estudie lo que quiere y convencerlos de que eso es lo mejor para él o ella.
En este caso, la función del orientador se desvía de la principal, no va a orientar a la persona sobre la elección de una carrera, va a hacer que esta decisión que ya fue tomada sea respetada por la familia.
El tercero
“No sé qué estudiar, de hecho, no sé si quiero estudiar algo”
Aquí el problema no es tanto la elección de una carrera, aquí la persona no sabe si quiere estudiar o no. Eso lo debe arreglar con sus padres y quizá algún psicólogo, no es necesario que sea un orientador vocacional. Esto más bien huele a duda existencial, algo muy común en los adolescentes, pero no hay que preocuparse, una vez tomada la decisión de querer estudiar, seguro que la persona sabrá qué carrera elegir. En el caso de que la persona se decida a estudiar y no pueda elegir una carrera, a mí me parece que en realidad no se ha decidido a estudiar y está utilizando esta indecisión como excusa.
El cuarto
Tengo 18 años y no sé qué estudiar
A los dieciocho años uno ya debe de estar entrando a la universidad, si alguien tiene ya esa edad y no sabe qué estudiar, bueno pues, tenemos un problema, pero no es un problema que requiera un Orientador Vocacional, es un problema que pudiera requerir un psicólogo. Esta persona de seguro tampoco sabe qué marca de condones elegir y su novia es la que escoge, porque él no sabe que escoger y ella sí.
Si ya cumplió dieciocho años, si ya tiene suficientes peleas en la coliseo y no ha podido elegir una carrera, eso nos habla de una falta de madurez o algún otro problema de personalidad, y sabemos que para eso, un psicólogo es mejor que un orientador vocacional.
Quinto y último caso
Tengo 17 años y no sé qué estudiar
Bueno, ¿qué quieren del pobre muchacho o muchacha?, ¿quieren que decida ya qué va a estudiar?, ¿por qué no de una vez que elija novia para casarse?
Dejé este caso al último porque creo que esta es la razón por la que fue necesario crear algo llamado Orientación Vocacional.
¿Recuerda el cuento al principio de este trabajo?
Los padres se apresuran mucho con este asunto de saber qué quiere estudiar su hijo y quieren “soplarle delicadamente” para ayudarlo a decidir.
¿Y saben qué? Tienen toda la razón, o la tenían, mejor dicho.
En Monterrey, uno se pasaba dos años en la preparatoria, después de eso entrabas a la universidad, de hecho, se sigue entrando a la universidad después de la prepa, pero ese no es el asunto, el asunto es que eran dos años, uno venía entrando a la universidad a los 17 años, eso quiere decir que tenía que decidirse a partir de los 16.
A los 16 años, ¡pero claro que desde luego que por supuesto que se necesita ayuda!
No podemos esperar que un indolescente de 16 años decida solo algo tan importante. Entonces, los orientadores vocacionales hacían una noble y gran labor a la sociedad. Al ayudar a los jóvenes a decidir correctamente sobre su carrera se evitaban muchas deserciones. En realidad valía la pena acudir con un orientador y creo que uno nunca olvida a esa persona tan especial que nos ayudó a decidir una carrera en la que ahora somos tan felices.
Pero los tiempos han cambiado, literalmente, los tiempos han cambiado, ahora la preparatoria es de 3 años, eso quiere decir que uno sale de la prepa a los 18 años. Este cambio tiene pocos años, y se hizo precisamente porque había problemas en las universidades y en las empresas en donde acudían los recién graduados, parece que olían mucho a pañal y a talco.
Gracias a este cambio, los jóvenes tienen ahora todo un año más para madurar y pensar en su elección de carrera.
Así que a la persona de este caso le contesto “no te apresures, te queda un año entero para decidir, seguramente lo harás correctamente”.
Además, teniendo un año más de estudio, las preparatorias metieron varias asignaturas sin sentido, como si no bastara con el álgebra -no es cierto, el álgebra es la que más sentido tiene, pero no nos lo hacen ver- pero que presentan a los estudiantes muy diversas materias con las que antes nunca habían tenido contacto, y ¿quién sabe? puede que a alguno le agrade una de esas y se decida a estudiar la carrera que más se relaciona con ella.
Para concluir...
Cuando al Maestro le nació su primer hijo, no parecía cansarse nunca de contemplar a la criatura.
“Qué quieres que sea el niño cuando sea mayor?”,
le preguntaron.
“Escandalosamente feliz”, respondió el Maestro.