¿Culpable o Inconsciente?
Hace tiempo vi una película que no pensé que fuera a estar tan buena.
A un asesino múltiple de mujeres, se le cumple la condena de muerte en la silla eléctrica y en el preciso momento de conectar la corriente un rayo cae sobre el generador de la prisión y ocurre una falla eléctrica, el prisionero alcanza a recibir una descarga que lo deja inconsciente. Lo trasladan a la enfermería.
Una psicóloga, contratada por el centro penitenciario, se encarga de hacerle pruebas para verificar la magnitud del daño que la descarga le ocasionó. El único daño aparente parece ser la pérdida de la memoria hasta antes de cometer los asesinatos.
El prisionero no sabe cuál es su situación, no sabe porqué está preso, no recuerda los asesinatos que cometió.
Cuando la psicóloga le explica porqué está ahí, quién es él, a quiénes mató y de qué manera lo hizo, el prisionero se queda horrorizado, no lo cree, piensa que eso es algo espantoso que nunca pudo haber cometido.
La película nos conduce a creer que el prisionero realmente olvidó todo... por un momento, luego, al parecer estaba mintiendo... y termina en que en realidad había olvidado todo.
El prisionero hasta el último momento antes de su fallida ejecución no mostraba arrepentimiento. Al perder la memoria se convierte en “otra persona”, sigue recordando quién es antes de los asesinatos, en qué escuela estudió, quiénes son sus padres, en fin, recuerda todo, menos los asesinatos. Finalmente se convence cuando observa el video de su confesión, en donde él mismo describe cómo lo hacía. Se siente terrible, no puede creer, o no quiere creer que él haya hecho eso.
El tipo, después de perder la memoria y verse él mismo en video confesando los asesinatos, cargaba con una culpa que no soportaba.
Esta culpa no estaba presente antes de la descarga eléctrica. Antes de perder la memoria.
Me refiero a que la idea de haber hecho algo malo no estaba instaurada en él, no le afectaba. Después sí empezó a remorderle la conciencia. Empezó a sentir culpa y por lo tanto una necesidad de expiar esa culpa, es decir, de remediar el mal que hizo de alguna manera.
Si uno no es consciente del mal que provoca, ¿se es malo?, creo que sí lo sería.
¿Cuántas veces hemos hecho malos comentarios que hacen sentir mal a alguien sin darnos cuenta?
El chango que saca al pez del agua para que no se ahogue, ¿es culpable de matar a ese pez? bueno, definitivamente él fue la causa, pero ¿podemos echarle la culpa?
El pobre chango sabe que si estás dentro del agua mucho tiempo te mueres, él sólo quiso evitar la muerte de ese pez, hizo lo que le hubiera gustado que hicieran por él, que lo sacaran del agua, pero eso no es lo más saludable para el pez.
¿Qué nos hace sentir culpables? Como respuesta obvia podríamos decir que hacer el mal.
Me tocó ver una vez cómo una madre joven curaba a su segunda hija, una bebé de apenas 1 año. Le tenía que poner, ya no recuerdo porqué, una toalla con un ungüento en la espalda, para hacer mejor efecto, la toalla debía estar mojada con agua caliente.
Esta madre le puso el ungüento en la espalda a su hija que estaba acostada boca abajo en la cama, mojo la toalla con agua caliente y al momento de ponerla sobre la espalda de la bebé, esta soltó un grito intenso.
La madre, totalmente sorprendida, quitó la toalla y vio que su hija tenía roja la espalda, el agua estaba demasiado caliente y quemó a la niña.
Esta señora curó a su hija mientras deseaba haberse quemado ella totalmente en vez de su hija. Sentía una culpa muy grande, nada más póngase en su lugar un momento... ¡se siente bien gacho!
Esta historia sirve para refutar la respuesta.
La madre quería curar a su hija, deseaba hacerle un bien, o quitarle un mal, como se quiera ver, sin embargo le provocó una quemadura, que es algo malo.
¿En qué momento preciso se sintió mal?
Si lo que nos hace sentir culpables es el hacer el mal, entonces ella debió haberse sentirse mal en el preciso momento en que su hija sufrió la quemadura, pero no fue así.
Al ponerle la toalla en la espalda y escuchar el grito ella se sorprendió, no sabía lo que estaba pasando, cuando le quitó la toalla y vio su espalda roja, por un momento aún no sabía qué había pasado, aún no se sentía mal, sólo sorprendida y angustiada por su hija.
Ella se sintió culpable, en el preciso momento en que se dio cuenta que fue la toalla caliente la causa del grito y quemadura de su hija. Se sintió culpable por no haber checado la temperatura de la toalla; en las manos tenemos más tolerancia al calor o al frío, pero en la espalda la piel es más delgada y menos resistente, sobre todo en un bebé.
Entonces, ¿qué nos hace sentir culpables? El ser conscientes del mal que causamos.
Mientras no nos demos cuenta que hemos hecho mal, nuestra conciencia va a estar tranquila.
En la realidad puede ser que hayamos causado un mal, pero por lo visto hacemos más caso a la “realidad mental” (la conciencia de la realidad), porque mientras la realidad de un mal causado no entre en nuestra “realidad mental” no nos va a afectar.
Por eso un niño pequeño puede aplastar a un pollito y seguir jugando sin sentir ningún remordimiento. Todavía no sabe que hizo mal. ¿Debemos enseñarle el mal que hizo para que se sienta culpable?
Bueno, pues sí si no queremos ver más pollitos afectados. Pero el niño se va a sentir culpable, se va a sentir mal y no podrá remediar su conducta, aunque ponga en su lugar las tripas del pobre pollo éste ya no va a vivir. ¿podrá el niño llegar a sentirse bien algún día después de reconocer el mal que hizo? Sí, definitivamente que sí, se sentirá bien el día que lo olvide, pero el día que lo recuerde volverá su culpa a atormentarlo.
Cuando nos ofendamos por la conducta de alguien, no esperemos que ese alguien remedie su conducta mientras no reconozca que causó un mal.
Y a su vez, cuando alguien se moleste con nosotros en lugar de pensar “¿qué le hice?, no le he hecho nada, está loco, solito se puso así”, es mejor reflexionar qué hicimos.
Digo, la gente no se molesta sola, algo debe de detonar ese enojo.
Lo malo es que la gente que se molesta con nosotros generalmente cree que uno sabe la razón y obviamente espera que reconozcamos nuestro mal.
Y claro, al preguntar ¿qué fue lo que hicimos? la otra parte lo puede tomar como una burla “¡no te hagas que ya eres, como si no supieras méndigo!”.
Pero no nos queda de otra, si “se supone” que hicimos algo malo, pues hay que averiguarlo, sobre todo si la persona afectada nos importa.
El que te creas un santo no quiere decir que lo seas.
Más veces de las que imaginamos ofendemos a la gente, con nuestra actitud, nuestros gestos, nuestras palabras, y no nos damos cuenta.
¿Pero el que no nos demos cuenta del mal que hacemos nos asegura un lugar en el Cielo?
Recordemos el dicho popular “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”.
Por eso debemos de tener conciencia de todo lo que hacemos.
¿Quién es más malo, el que ofende sin querer o el que ofende queriendo?
El daño es el mismo.
¿Vamos a medir la maldad por la intención o por el daño causado?
¿El que tiene intención de matar pero sólo provoca un rasguño es menos malo que el que tiene intención de rasguñar y acaba matando?
Ni uno, ni otro. No hay individuos buenos ni malos. Lo que hay son conductas buenas y malas y consecuencias buenas y malas.
Cuando juzgue a alguien, no juzgue a la persona, juzgue a sus actos.
Si alguien dice estupideces (como puede ser mi caso) no juzgue a esa persona de estúpido, mejor juzgue a sus palabras de estúpidas. Hay una diferencia entre ser estúpido y decir estupideces, como la hay entre hacer el mal y ser malo.
Para concluir, no se ofenda por el comportamiento de la gente, muchas veces ni tienen la intención de ofenderlo, ni se enteran de lo que hacen y hasta pueden pensar que lo que le hicieron a usted fue un bien, y ahí andamos nosotros mortificados.
Haga como hizo un Maestro: Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen.